viernes, 29 de abril de 2016

Aquellos fantasmas, que nunca se van

Una muy querida amiga, me dijo hoy que a veces tengo mis momentos de depresión. Y lo cierto es que muy de vez en cuando, los fantasmas me ganan la batalla. Y luego recordé que alguna vez, hace ya mucho tiempo, publiqué esto:



Es 1994, voy en un carro, son casi las 11:00 de la noche, traigo una herida de bala en un costado, el automóvil que me lleva al hospital va olvidándose cada vez más de la prudencia y mi adusto corazón sólo puede pensar que ese día, en la mañana, aquella mujer me había dicho ya no más, el dolor no quiere ceder, pero mi cerebro repite una, otra y otra y otra vez, la canción que me ha acompañado siempre, en todo momento, en cualquier circunstancia.



La voz de Miguel Ríos y las letras de Joaquín Sabina no podían crear otra cosa que un monstruo de canción. Tanto así, como para pensar en ella en los momentos menos apropiados. Sólo espero que a más de alguno de los que lee esta locura, también le cause los mismos calosfríos que me produce esta canción. Dulces sueños.

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