LA PAVA
Por entre las flores
que adornan la reja,
asoma la cara alegre
y risueña
una zagalilla,
modelo de hembra:
con ojos muy negros
y tez muy morena
ha poco un mocito de
hechuras flamencas
de prisa y gozoso a
la calle lega,
y el paso detiene
ante aquella reja
que es altar y
trono...
¡Altar de su diosa,
trono de su reina!
Ya están frente a
frente,
la pava comienza:
- Hola Carmencilla.
- ¡Hola, buena pieza!
A dónde has estado
Currillo...? ¡Contesta!
¿por qué no ha
venío a la ocho y meía
como toa la
noche...? ¡Me tié contenta!
Hace algún tiempo
que tengo sospecha
de que tú me
engaña, si verdá fuera
te juro por esta...
- ¿Qué ice,
serrana?
- Que eres una
prenda, que me engaña, curro,
- ¿Yo engañarte,
reina?... ¿Has perdío el juicio?
- Quisieras lo
pierda. ¿Te parece bonito
tenerme cerca de do
hora esperando?
- Nena e que yo...
- No quíeo
iscurpa...
- Espera y escucha
un itante tan solo,
princesa, que un
grillo se escucha y vale una perra.
- Y tú vale menoque
un grillo, tronera...
No quío escucharte
mentira,
- Carmela!... no
tíe... reparo, no tíe prudencia,
- Ni tu tíe
vergüenza.
- Por Dios, no te
enfade que pone muy fea
tu cara bonita, tu
cara de reina...
- ¿Ya viene con
flor...? Pue largo con ella,
que aquí por
fortuna no sobra maceta...
- ¿Por qué eso
modale, por qué? Dí,
Carmela...
- Porque tengo celo.
- ¿Quién e esa
hembra
que amarga tu vía?
- No lo sé;
cualquiera...
Yo no la conozco ni
quíeo conocerla;
una lagartona que te
quíe pa ella
y no le importa er
que yo me muera.
- Ar que eso te ha
dicho que te güerva el dinero.
Mira mi arma toa
entera
era e mi mare cuando
a tío morena,
no te conocía; más
la noche aquella
en que yo te vi por
la vez primera,
la partí por medio
pa que ansina sea
la mitá pa tí, la
mitá pa ella...
- Renuncio a mi
parte de arma tan perra...
- ¿Qué ice? - Lo
dicho: tú si dúa piensa
que vas a engañarme
con la labia esa
Qu el Señó te ha
dao. Pue no te lo crea,
que si tú ere
pillo, yo soy tan lela.
- ¿Es que te has
propuesto que tengamos
gresca?
- Lo que yo deseo e
que ya no güerva
má por esta calle,
porque yo a la reja
no bajo ni a tiro pa
que tú me veas...
- Ni farta que hace;
no pase tú pena
por eso, chiquilla,
ecuída, Carmela,
que yo te prometo
darte gusto. ¡Ea!
Adió, señorita...
- Adió,
sinvergüenza...
La dama, nerviosa,
la ventana cierra
y tras la persiana
marchar la contempla;
él a cada paso
vuelve la cabeza
y exclama entre
dientes:
- ¡Que baje mañana
a la reja Dió mío!
Y entre tanto, ella
se queda gimiendo:
-¡ Dió mío! ¡Que
güerva!
Francisco
TORRES
Así pues, se los dejo, para ver si también les deja una sonrisa :)
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