- Sí - me dijo ella, con un tanto de indolencia.
- Estás segura? - le pregunté yo, intentando parecer indiferente, pero rogando que me dijera que no, que se retractaba, que lo había pensado mejor y que no podía, simplemente no podía.
- SÍ - dijo ella con toda seguridad, dejando la onírica posibilidad de, al menos, un "tal vez", totalmente aplastada.
Me dí vuelta y comencé a caminar si rumbo, observando con detenimiento el camino que tenía en frente, evitando, con toda la voluntad de la que era posible, dar la vuelta y regresar a ponerme de rodillas y rodarle, suplicarle, implorarle... que me dejara tomar de su Frutsi.
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