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HACKING
Alberto Chavez
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13 CAPÍTULO XIII
No sin mucho esfuerzo, lograron el agente Shapper, Isaac y dos oficiales
más, subir a lo alto de la muralla. Lograron encontrar las desgastadas
escaleras que los constructores, del lado norte todos, había utilizado
para bajar hacía muchísimos años, e intentando hacer equilibrio, siendo
que nadie daba mantenimiento a dicha escaleras y se encontraban en total
abandono, lograron llegar a la parte más alta de la muralla. Aquella
vista era realmente desoladora. Era la primera vez que cualquiera de
aquellos personajes veía las dos realidades, estando básicamente en el
centro de la álgida lucha entre su realidad y la crudísima realidad de
los otros. De su lado, apartamentos, desde los "menos afortunados",
viviendo en edificios de varias plantas, dotados todos ellos de
elevadores electromagnéticos, salones antigravedad para los días de
mayor estrés, masajeadores robóticos que lograban despejar cualquier
tensión muscular por el diario trabajar, estacionamiento para todos y
cada uno de los vehículos que poseyera la familia y apartamentos de, al
menos, tres habitaciones, con sus áreas para comer, divertirse y
cocinar, para todos aquellos aventureros que aún estuviesen en la
disposición de cocinar ellos mismos sus propios alimentos y no
comprarlos empacados o enlatados, deshidratados y listos para ser
ingeridos. Del otro lado, incluso desde aquella altura, podían verse las
calles, insalubres y llenas de baches, en donde podían verse corriendo
sin mayor temor roedores de gran tamaño, hurgando en la basura que, sin
miramientos, era arrojada a la calle por aquellos ciudadanos que, no
conociendo otro tipo de educación, tenían aquello como una práctica
totalmente normal; las casas, algunas de ellas sostenidas por enormes
trozos de madera y los techos con enormes piedras para evitar que los
fuertes vientos de algunas épocas del año dieran al trasto con todos
ellos. Casa pequeñas, hacinadas y descuidadas, que no hacían más que
escupir en la cara de aquellos testigos asombrados, que se deban cuenta
de que todo, absolutamente todo lo que ellos gozaban, era exactamente lo
que a todos los habitantes del lado sur, les había sido arrebatado.
Con extrema dificultad, con la ayuda de los viejos y desvencijados calzados antigravedad de los agentes, lo que significaba que Isaac tendría que ir abrazado del cuello de Shapper, lograron descender hasta las calles ruinosas del lado sur. Aquello, deprimente y todo, era una buena señal, que si habían logrado llegar, podrían regresar, o eso esperaban, de la misma forma. Durante el tortuoso y lento descenso, Isaac pensaba y recordaba las palabras escuchadas en los últimos días al hacer algunas preguntas: "más del que debería", "demasiado"… Y comprobaba todas las coincidencias, los lugares comunes. Incluso, sus propios lugares comunes.
- Vaya - exclamó finalmente Isaac, no pudiendo contener su asombro.
- ¿Se le hace un nudo en la garganta o simplemente está dando gracias por no estar de ese lado? - preguntó el agente Shapper con tono burlón.
- ¿Y usted? - preguntó a su vez Isaac.
- Doy gracias, por supuesto. Ya le dije que soy práctico y muy cínico. Pero es bastante impresionante la diferencia, ¿no le parece?
- Tal vez demasiada - susurró casi solo para sí Isaac.
- Vaya, digo yo. ¿Un poderoso con un deje de consciencia? Eso es algo que no se ve todos los días.
- Cuidado, Shapper, este poderoso podría hacer que le quiten el trabajo si sique con sus comentarios.
- Jaja, adelante caballero, estoy lo suficientemente viejo como para no dejarme intimidar con un trabajo… o para el caso, con lo que sea.
- No me parece usted tan viejo, Shapper, ¿cuántos años tiene?
- Más de los que quisiera, señor. Ahora bien, ¿vamos a bajar o nos vamos a quedar aquí a intercambiar edades y amenazas?
- Pero Iandro lo consiguió, nosotros debemos poder también - dijo Isaac, diciendo en voz alta lo que solo había pensado en un primer momento.
Con extrema dificultad, con la ayuda de los viejos y desvencijados calzados antigravedad de los agentes, lo que significaba que Isaac tendría que ir abrazado del cuello de Shapper, lograron descender hasta las calles ruinosas del lado sur. Aquello, deprimente y todo, era una buena señal, que si habían logrado llegar, podrían regresar, o eso esperaban, de la misma forma. Durante el tortuoso y lento descenso, Isaac pensaba y recordaba las palabras escuchadas en los últimos días al hacer algunas preguntas: "más del que debería", "demasiado"… Y comprobaba todas las coincidencias, los lugares comunes. Incluso, sus propios lugares comunes.
- Bien, señor Isaac, mal comenzamos - dijo Shapper, mientras observaba hacia todos lados con recelo.
- ¿A qué se refiere Shapper?
- A que no estamos solos - dijo, mientras miraba fijamente un punto en lontananza.
- Yo no veo nada - dijo Isaac, mientras otro de los agentes le hacía eco.
- A eso me refiero - contestó Shapper - no los podemos ver, pero los huelo, créanme lo que les digo: no estamos solos.
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