Tal y como lo dije hace ratitos, pretendo revivir un poco este blog y para ello me he propuesto escribir, por entregas, una novelita, cortiiiiita, de ciencia ficción, que lleva por nombre Hacking.
Este lo publico hoy lunes, simplemente porque he tenido el tiempo de terminar el capítulo, pero espero estarla publicando todos los miércoles, a menos que algún imprevisto me lo impida.
Así pues, este es el primer capítulo, espero les guste:
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HACKING
Alberto Chavez
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1 CAPÍTULO I
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Yo sabía que tarde o temprano aquello iba a suceder. Había entrado en
la compañía casi que por un golpe de suerte, y había logrado escalar
posiciones con cierta facilidad, simplemente porque era inteligente,
pero no era invulnerable, así que al verme en ese momento frente al
predicamento de sus temores, la verdad me resultó, de cierta forma, un
alivio. Al fin, el día que temía había llegado: se habían dado cuenta
de que había hackeado y creado una cuenta de administrador y había
estado con los archivos del prototipo de inteligencia artificial que
los tan afamados expertos decían que habían estado desarrollando por
décadas para la compañía.
Aquello, claro está, era una chapuza, algunos avances en lógica
difusa, que no eran más que plagios de otros que habían trabajado
antes en el asunto, un puñado de librerías que habían sacado de
Internet, que yo conocía a la perfección, porque habían sido mi punto
de partida, cuando yo no era más que un adolescente creciendo en
conocimiento en aquel campo. La verdad es que hackear la seguridad de
la compañía no me llevó precisamente mucho tiempo. Era pésima
seguridad. Una burla, si es que se trabajaba ahí dentro. Pero es que
en serio, ni siquiera encriptaban las contraseñas. ¡NI SIQUIERA LAS
ENCRIPTABAN!
La cuestión de la inteligencia artificial aplicada siempre me había
llamado la atención, sobre todo por la enorme posibilidad de darle
vida a todas las historias que había escuchado del único que había
podido reproducir las bases de la inteligencia humana, el doctor
Rolando Gómez, que nunca dio a conocer su trabajo, es decir, la
teoría, pero que hizo muchas demostraciones prácticas que nos dejaron
con la boca abierta. Si bien yo nunca conocí al doctor Gómez, pues
murió en el año 2035, 20 años antes de mi nacimiento, y no dejó más
que ciertos apuntes que llevaron a la construcción de los primeros
robots multitarea, que finalmente llevaron a la compañía a ser la
dueña del monopolio mundial de distribución de robots.
Como era de esperar, los nuevos modelos podían llevar a cabo más
tareas y eran vendidos tanto para el hogar, como para labores
industriales especializadas, sin embargo, ninguno de ellos tenía
inteligencia artificial real. Simplemente la simulaban dándole cada
vez más capacidad de almacenaje a los dispositivos de almacenamiento
de los robots y guardando en sus bases de datos tantas tareas,
hogareñas o industriales, como les fueran posibles, para que diera la
apariencia de que los robots realmente aprendían algo nuevo... pero no
era así, los robots no aprendían, solo tenían el conocimiento ya
preinstalado.
Pero a ver, permítanme explicarles qué era lo que en aquel momento se
entendía como inteligencia artificial:
El cerebro humano tiene la capacidad no solo de almacenar información,
sino de aplicarla en varios campos, es decir, lo que se aprende en
matemáticas se puede aplicar en ciencias o en la vida real, lo que se
aprende en lógica se puede aplicar prácticamente en todos los campos
de la vida, etcétera. Un robot no podía más que aplicar los
conocimientos programados en las tareas específicas para las que se
había programado. La moral, claro está no tenía mucho que ver con la
parte de la inteligencia per sei, ya que es una cuestión totalmente
relativa al tiempo y al lugar, así que la cuestión de la moral no
puede ser programada a través de las mismas funciones que la
inteligencia artificial. En otras palabras, se puede ser inteligente,
pero no necesariamente correcto para el entorno en el que dicha
inteligencia se desenvuelve. Así que, una de las principales funciones
a ser creadas, era precisamente la capacidad de juicio sobre lo que
era bueno y lo que era malo. Una leyenda en el campo, contaba que
hacía muchísimo tiempo, un genio había creado una serie de reglas
básicas para que la inteligencia artificial pudiese ser implementada
y que dichas reglas eran claras en cuanto a su redacción. Claro está,
la implementación de dichas reglas era, en definitiva, el problema,
pues implicaba que el programador tenía el conocimiento suficiente
como para crear las funciones necesarias para que dichas reglas se
tradujeran en el comportamiento necesario. Ahí estribaba el primero de
los problemas que se debía superar para poder crear la verdadera
inteligencia artificial.
El segundo problema, claro, consistía en la capacidad de aprendizaje, es
decir, la facilidad de una máquina para poder aprender, pero sobre
todo, la capacidad de juicio entre lo que sirve o es provechoso y lo
que no, ya que el aprendizaje en sí, no es más que el almacenamiento
en memoria, pero la capacidad de juicio es lo que impide, en teoría,
que una máquina aprenda algo totalmente inútil, o juzgue lo que
realmente es de uso o no.
Y finalmente, el tercer problema, como ya lo mencioné anteriormente,
es la capacidad del robot, una vez emitido el juicio de lo que
conviene y lo que no conviene aprender, es la aplicación en la
existencia del robot, de lo que acaba de aprender.
Así pues, esos eran los tres problemas, irresolutos, que tenían los
"grandes expertos" en robótica que la compañía había contratado.
Me di cuenta en cuanto logré entrar en los directorios personales de
cada uno de ellos - seis directorios en total, pues cada uno trabajaba
en dos problemas al mismo tiempo -, pues era evidente que todos
estaban atorados en la implementación de cada uno de las soluciones a
los problemas. Pues todos los documentos llegaban hasta los últimos
intentos, fallidos todos.
Así pues, luego de revisar los seis documentos, me decidí a comenzar
mi trabajo. Lo hacía en mi casa, claro está, pues me mantenían ocupado
con la creación de aplicaciones más de tipo administrativo
(aburriiiiiido por todo lo demás) que la compañía me ponía a crear,
me desvelaba sin problemas y sin pausas, porque tenía el objetivo fijo: yo
tenía que ser el que descrubriese la forma de implementar la solución a
los tres problemas básicos de la inteligencia artificial. Y fue así, como al
cabo de ocho meses, efectivamente, LO CONSEGUÍ
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