miércoles, 12 de febrero de 2014

El contador de historias - Rabih Alameddine


Este es un libro que no puede describirse como menos que encantador. Si bien ninguna de las tres historias principales tienen un fin común, a no ser que hablemos de un fin como la soledad y la tristeza, las historias que se van entretejiendo, incluyendo una dentro de otra y dentro de otra, hasta construir un verdadero tapiz de cuentos, de historias que, al igual que las Mil y una noches, nos mantienen despiertos y anhelantes, noche, tras noche, esperando lo que la siguiente noche, la siguiente historia, el siguiente acto de hipnotismo, nos traerá.

El hilo conductor es una historia de carácter realista, sobre Osama al-Jarrat, que nos cuenta y nos lleva a presenciar la agonía, los últimos días de su padre, recluido en un hospital y condenado a una diálisis de 45 minutos diarios. Al mismo tiempo, nos lleva a su infancia, en donde su abuelo, nos lleva a su infancia y a las historias de un Beirut más inocente y mucho menos violento.

La segunda historia nos cuenta la historia de la esclava Fátima, que intenta hacer que la esposa del emir dé a luz a un varón, y es así como Fátima recorre tierras y desiertos para llevar una poción que hará que la esposa del emir se embarace sin problemas de un varón, pero en el camino se ve atrapada (dada su lengua fácil) por Afreet Yehanam, quien la amenaza de muerte, pero quien, gracias a las técnicas y al encanto natural de Fátima, se termina enamorando de la esclava y termina embarazándola de un varón, ya que ella, Fátima, bebe la poción antes de llegar a su destino. Sin embargo y siendo que el emir le cree, le comienza a contar a su esposa, ya embarazada, la historia del gran rey Baybars, para que el embaraza resulta en un varón, inspirado por la valentía de las hazañas de Baybars; además, ésta se convierte en la tercera de las grandes historias que le dan al libro ese encanto de querer saber qué es lo que va a pasar en cualquier de las tres, pero sin querer soltar la historia que en ese momento, en ese capítulo específico, se está contando.

Tal y como digo al inicio, parece que las historias no tienen un final común, pero si se lee entre líneas, los tres (o cuatro, si contamos al hijo de Fátima Maymound), terminan solos, tristes y melancólicos.

Un libro hermoso, delicioso como un buen trago refrescante en una tarde de calor, El Contador de Historias, es, sin duda, uno de los libros de mayor belleza estética que he leído.

Anímese, pues aunque al inicio la lectura puede antojarse un tanto difícil, luego de las primeras páginas, se vuelve adictivo.

Recomendación: por favor, no se pierda de esta pieza de joyería transformada en literatura, LÉALO y disfrútelo.

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