lunes, 30 de septiembre de 2013

El elogio a la locura... salvadoreña

Para iniciar este reportaje, déjeme parafrasear: "Cuentan las historias de las abuelitas" mía incluida, que este era un país de gente educada, que era uno de esos países de gente que se saludaba, que decía buenos días o buenas tardes o buenas noches, allá al lugar al que llegaba, que entablaban pláticas con extraños sin hacerles el mohín típico del que tiene desconfianza.

Este reportero ha encontrado documentos antiguos (en papel, carajo, en papel, eso es ANTIGUO de verdad y con mayúsculas, que hoy con eso de los internecs, todo va en forma rara, así de esas formas en que uno no los ve, como los polvos del Orinoco) en los que incluso, como para volverse loco, señores, las calles del centro de San Salvador no estaban llenas de ruido ni basura y existían unas extrañas prolongaciones de las casas que se llamaban aceras, cosa que hoy en día solo se ve por allá, llegando a mi cantón.

En fin, pues, este reportero, decía, ha visto viejas fotografías, no sé si trucadas o no, que en aquel entonces eso de fotochot no existía y hacer esos truquitos era más dificilón, viejas fotos, decía, en las que se muestra un país en los que los árboles tenían mayor presencia que las personas, había más árboles que casas, ¿podrá usted creer?

¿Sabe que dicen que había una biblioteca que tenía bastantes libros?, nooooooo, de veras, que para mí fue como una de esas manadas que le daban a uno los papás cuando se había portado mal y se la zampaban a uno sin decirle ni agua va, así, cabalito, así, me sentí yo al enterarme de eso de la biblioteca.

Pero 'péreme, que eso es solo un par de cositas, sabe que había poquitos centros comerciales... ya, ya, cierre la boca que se le puede meter una mosca. Fregado, ¿verdad?, uno no se lo espera, y que se lo suelten a uno así, de zopetón, es bastante cruel, grosero, diría yo.

Sabe que me he enterado,... no, sabe qué, siéntese, vaya a ser. Le decía, me he enterado que cuando se tomaban un cafecito en las tardes, de verdad tomaban café... y platicaban, se lo repito, vaya, y despacito, para que me lo vaya creyendo: PLA-TI-CA-BAN

Resulta casi de cuento de hadas. Vea que yo de repente que no me lo creo tanto, pero es que,... bueno, los documentos, usted sabe. Y en papel que es como aquello de que está escrito en piedra y firmado con sangre, porque hoy, que todo anda por ahí, en la nube (lluviosa y todo), el encontrar documentos en papel es como encontrarse como la piedra Roseta de los tiempos modernos.

No crea, a mí también me resultó mero raro, como que no llego a creer del todo, pero dicen que no había muchos programas de televisión. Ya ve, yo le dije, siéntese, que esta ya no es manada, esta ya es patada. Sí, sí, no había tanta tele. Que cuando me he enterado casi me da un ataque de asma, yo que nunca he padecido de semejante cosa. Imagínese, menos fútbol televisado, había que jugarlo, JUGARLO, para tener la emoción de ese reporte. Peor aún, no, si se pone peor la cosa, no crea que es así nomás, pues resulta que, ay Padre Santo, no-había-selecta-playera. De acuerdo, lo dije, con todas las letras y el respeto temeroso que esto representa.

Que le vengan a este reportero con aquel cuento de que los tiempos pasados eran mejores,... pues mangos, nada de eso, que no habían maras, pues bueno, tampoco lo nuestro es perfecto, pero había ricos que se aprovechaban, igual que hoy, gente que no lee un carajo, como hoy, por lo demás, este tiempo es mejor, hay más que ver, más en lo que entretenerse y más cosillas que nos ayuden a darle gracias al colochón, porque enfrentémoslo, no es fácil la cosa, si nos ponemos a pensar que, además de jodidos, bien podríamos no tener nada para olvidarnos por un ratito (horas, pués), de todos los problemas que nos tienen fregados.

Así pues, este humilde reportero, solo puede agradecer el haber nacido en esta época, sentirse orgulloso de estar siempre en la jugada y de tener una selecta playera que tanto contribuye a que me olvide lo mal que me pagan y que hace que el hambre que tengo no se sienta tanto, sobre todo por que cada partidito lleva una respectiva cervecita. Orgullosamente salvadoreño, o algo así.

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