martes, 7 de agosto de 2012

Reflexiones de un enfermo

"- Dr. Stadler, la gente no quiere pensar, y cuanto mayores son sus problemas, menos quiere pensar, pero instintivamente sabe que debería hacerlo, entonces siente culpa. Por tal motivo, la gente bendecirá y seguirá a quien le ofrezca la justificación para no pensar. Alguien que convierta su pecado, su debilidad y su culpa en una virtud de gran altura intelectual."

Cierro el libro con cierto temor, con algo de reverencia, intentando que las palabras no se escurran por la mente, que no se deslicen al espacio enorme del olvido. Me siento eufórico, con deseos de pararme y gritarle el párrafo a cada uno de los pasajeros del bus, aún con la infección en el oído, el mareo y el dolor, el deseo está ahí, la urgencia por decirle al mundo una verdad, una verdad que parece tan obvia que ha pasado desapercibida por tanto tiempo.

Pero reacciono y me siento ridículo, quién va a prestar atención a semejantes palabras, tan insultantes, tan ciertas que duelen, tan llenas de odio que podrían resultar peligrosas... Además, en ese preciso momento me doy cuenta que un personaje va gritando pasajes de la Biblia y garantizando el perdón absoluto si se acepta a Cristo como salvador... me sonrío, me siento estúpido y continúo leyendo. Verdad, verdad.

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