El Análisis Transaccional (AT), se ha empleado en una gran cantidad de campos de la vida del hombre, desde psicoanálisis, hasta organización empresarial.
El análisis transaccional se basa en la comunicación del hombre con los alteregos de cada uno de nosotros, tanto a nivel totalmente personal como a nivel de grupo. Según la teoría del AT, cada uno de nosotros, poseemos tres alteregos (ninguno de ellos es el Carlos Trío, lo siento compadre), a saber:
- El Yo niño: el yo que se encarga de los sentimientos, deseos y necesidades, tantos propios como ajenos.
- El Yo adulto: el yo que se encarga de la resolución de dificultades, toma de decisiones, etc.
- El Yo Padre: el yo que se encarga de “indicar” a los demás la forma en la que las cosas deben hacerse, protege y provee.
La forma en la que cada uno de nosotros, o mejor dicho, la forma en la que cada uno de nuestros yos actúa o sale a relucir en un momento determinado, determina la forma en la que nos comunicamos, interactuamos, terminamos conversaciones o incluso iniciamos peleas con los demás o, a veces, con nosotros mismos.
El señor Berne decía que todos llevamos dentro la capacidad creativa de modificar nuestras vidas, si tomamos en cuenta que la comunicación, tanto interna como externa, es la que realmente determina la forma en la que hemos de llevar nuestras vidas, así como la forma en la que aprendemos de los demás y de nosotros mismos en el transcurso de nuestras vidas.
Siendo la comunicación una de las partes fundamentales del desarrollo de cualquier ser humano, la forma en la que nuestros YOS toman protagonismo se vuelve verdaderamente vital.
El meollo del asunto está en la forma en la que nosotros mismos tomamos el control de las intervenciones de nuestros otros YO, pues puede darse el caso, como casi siempre ocurre, que en un momento álgido de una “transacción”, el YO que “no debe” toma el control y se inicia una pelea o discusión, poniendo fin a la comunicación.
Analizando las definiciones, podemos darnos cuenta que el YO niño se encarga en gran medida de la parte subjetiva de nuestro ser, por consiguiente, no se puede encargar éste de un diálogo en el trabajo, en el que, en definivita la relación YO adulto-YO adulto es la que debe imperar.
Mismo caso se da cuando en nuestras vidas sentimentales se intenta “enseñar” a nuestra pareja la verdadera forma en la que se deben hacer las cosas, permitiendo que nuestro YO padre se encargue de las “transacciones” en un momento en el que, de hecho, nuestro YO niño debería hacer acto de presencia (me imagino la cara de algunos de ustedes al leer esto del YO niño, pero tiene todo el sentido del mundo si pensamos en lo que acabo de escribir sobre la relación YO niño-subjetividad humana)
Extendiéndome un poco en esto de las relaciones de pareja, uno de los grandes problemas de la gran mayoría es, precisamente, intentar ser, o bien el Padre (entiéndase que hablo Padre o Madre) de la otra persona, cuando lo que en realidad se necesita son personas cuyos YO niño estén ávidos de ser saciados en cuanto a necesidades, sentimientos y deseos. Esto aplica, incluso, a la hora de sostener una plática de “adulto a adulto” con nuestras respectivas parejas, pues el hecho de intercambiar razonamientos, no implica el deseo de no querer una caricia o una sonrisa o una palabra cariñosa.
Por otro lado, la comunicación entre dos Yo adulto se ve interrumpida cuando, en medio de un diálogo o debate, nuestro YO padre intenta enseñarle al otro(a) lo que “realmente” es. O cuando nuestro YO niño se ve en la necesidad de ganar la competencia a como de lugar, sin dar paso a ningún razonamiento por parte de nuestro YO adulto, que jamás debió haber perdido el control de la situación en primer lugar.
COTINUARÁ...
10 comentarios:
¡¡Espeluznante!! Con razón mi mujer me tiene de los huevos!!
@JC: jajjajajajajajaj
Es porque ella actúa con su YO... talegueador, ese me faltó agregar (es el mismo que ocupa mi esposa)
Saludos Compadre
Juela, todo me confundi. No me dio el cuajo para entenderlo. Voy a hacer otro esfuerzo. Saludos. Y pronto habra un post de propuestas en mi blog... Pronto.
Ya que lo mencionas...
¿El YO del garrote es... cual de todos?
@Raúl: Tranquilo, eso pasa porque seguramente estaba yo escribiendo con mi YO niño y por ende no se me entendió ni madre, en fin, espero que la segunda parte sea más decente de mi parte.
Saludos
@JC: Híjole compadre, ese es un YO que sólo ellas poseen, por lo pronto y teniéndola a ella aquí leyendo lo que escribo, te diré que, en realidad, ella es un ángel de candor (sino el YO del que ya hablamos me pone como camote, jajajaja, ouch, me acaba de pegar, ouch de nuevo, me volvió a pegar)
Saludos
"ninguno de ellos es el Carlos Trío, lo siento compadre" Jajaja
"el YO telegueador" Jajaja, el más sobresaliente en las mujeres jajaja
Muy interesante post Alberto
Saludos
@Carlos Trio: Gracias. Falta la segunda parte, tal vez se entienda un poco mas.
Saludos amigo mio
Alberto, me quedé con solo yo... Nunca llegué a los otros dos... por eso tal vez mi diálogo se vuelve monólogo.
C.
@Carlos Ábrego: Ese es el problema de la gran mayoría de nosotros, permitimos que nuestros otros YO actúen en demasía y tomen el control de lo que deben.
Loable y envidiable de su parte y en definitiva sus monólogos ya los quisiera yo para un día de fiesta.
Saludos don Carlos
no lo van a creer pero abri cuenta nomas para poner un comen aqui! ...
estaba leyendo el articulo porque tengo que hacer un analisis con respecto este. y ya saben estaba asi toda estresada!
y que barbaroo como me hicieron reiR!! con sus comentarios jajaja
gracias!!
que esten bien!!
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