jueves, 7 de mayo de 2020

Libros: Cuentos desde el desempleo: La vida es

lunes, 6 de abril de 2020

Libros: Cuentos desde el desempleo

miércoles, 25 de marzo de 2020

Crónica de una ida al mercado en tiempos de pandemia


Las salidas son inevitables, por mucho que me gustaría quedarme en casa, sobre todo, antes de comenzar las jornadas de trabajo en casa que me esperan.

Subo en un microbús que lleva exactamente una persona por asiento, incluso en los asientos de dos personas. Eso me agrada y me sorprende todo lo que hemos tenido que pasar para llegar a estar como siempre hemos debido estar en términos de transporte público.

Las calles, no, no están vacías, aunque en definitiva no están llenas de personas en plan de ocio. Están transitadas por personas que van a trabajar, que están trabajando (en alguna venta ambulante que huye de la policía) o algún comercio formal que no quiere o no puede cerrar; o bien de personas como yo, que necesitamos comprar las provisiones necesarias para pasar los 15 días de rigor, como siempre. No, no he hecho ni haré compras de pánico. Pero en definitiva, las calles del centro de San Salvador, al menos, no están vacías.


Y no, no es por necedad, no es porque las personas sean burras... somos simplemente un pueblo pobre, cuyos habitantes, en una gran cantidad, viven del comercio informal, mismo que no puede cerrar, porque se ven en la necesidad de morir del covid-19 o bien morir de hambre. ¿Que debió haber más de algún necio que andaba ahí solo para probar su rebeldía? Muy probablemente, pero pude ver que la gran mayoría no.

No me malinterprete, me parece que las medidas que se han tomado, a excepción del estado de excepción, son atinadas. Es decir, siguen un protocolo que existe desde hace algunas décadas, estipulado precisamente para este tipo de casos. Ergo, pues, las medidas están bien aplicadas, si tomamos en cuenta lo que ya se ha declarado a nivel mundial.

En fin, que me hicieron comprar una mascarilla para poder entrar. Por lo de la aglomeración de gente, no porque sirva de algo, no crea en eso. Y tuve que caminar bastante más de lo normal para poder entrar al mercado central, pues muchas de las calles, otrora atestadas de ventas callejeras, hoy están cerradas. Claro, muchos de esos comerciantes informales están cuadras más abajo, con pequeñas ventas que pueden tomar y huir en caso de que la policía o la milicia se hagan presentes.

Entro al mercado y me doy cuenta de la enorme cantidad de puestos cerrados. Como sea, en donde mi esposa y yo siempre compramos la carne, parece que está trabajando sin problemas. Compro las carnes, los vegetales y veo que la calle en donde el puesto de los cereales están, está cerrada, al igual que la de los lácteos. Así pues, me veo en la necesidad de regresar y buscar en otros lugares, mismos que, dicho sea de paso, están más caros (al menos los cereales, que los lácteos estaban igual)

Avanzo dentro del mercado y veo que, al menos dentro del mercado, las cosas están trabajando casi con regularidad. Pero claro, algunos precios están más elevados que otros y probando y preguntando, te das cuenta de que, pese a todo, hay personas que se aprovechan de la situación.

Termino las compras y me doy cuenta de lo incómodo que es salir por la única salida que se han dejado habilitada, ya que duplica (digamos que se hacen 3/4 más de camino de lo normal) el acceso que tomaba de forma "normal", así que con aproximadamente 27 libras a la espalda, debo recorrer casi el doble del camino, pero al fin y al cabo no es como para volverse loco, pero recuerde que esto es algo parecido a una crónica.

Regreso a la casa con un alivio sordo, pues se parte con el temor de ser llevado a confinamiento, pese a que no se esté violando la cuarentena de forma voluntaria, como muchos de los que vi hoy.

Ahora bien, un par de puntos a tener en cuenta:

  1. Un bueeeen porcentaje de nuestra población vive del comercio informal, a veces de la venta de pequeñas cosas: galletas, chicles, dulces, etc. Las reglas apenas pueden ser acatadas por personas que viven el día a día y que no pueden darse el lujo de esperar esos $300.00 que el gobierno ha prometido.
  2. Las medidas podrían aplicarse en un país en el que el estado pueda garantizar el bienestar, incluso cuando la maquinaria económica se pare. es decir, estas medidas no podrían aplicarse en su totalidad a un país del tercer mundo como el nuestro. No, no estoy diciendo que hay que rebelarse, estoy diciendo que somos un país económicamente pobre, como creo que la gran mayoría ya sabemos.
  3. Quien nunca ha estado o ha vivido o ha peleado en un país con guerra civil está siempre a un paso de pedir cosas que no entiende. Un estado de excepción implica un estado plenipotenciario en muchas cosas y no hay nada peor para una democracia que alguien con tando poder. "El poder corrompe, el poder absoluto, corrompe absolutamente"
  4. No se le olvida nunca que todo, TODO, es política. El ser humano es un ser político, esté consciente de ello o no.
  5. Tenga cuidado con la tendencia que tenemos a divinizar lo humano. Si es que existe en realidad algo divino, no puede ser humano, o sería simplemente una paradoja por antonomasia.
  6. No crea usted que cuando esto pase, que pasará, la cosa va a quedar ahí, hay que prepararse para la reseción económica que se avecina, que no será fácil, que no será bonita y que difícilmente podremos superar si estamos esperando a que alguien en el gobierno solucione las cosas.
El momento es adecuado para demostrar nuestra "humanidad", si es que tal cosa existe y el momento es adecuado para demostrar que con todo y las adversidades podemos seguir adelante. Si puede, acate las restricciones y si no puede, créame, lo entiendo.

Algo queda claro: somos demasiados para un país tan pequeño. ¿Es esto culpa del gobierno? Sí y no. No es culpa del gobierno que haya familias que tengan 4, 5 o más hijos bajo la premisa de "los hijos que Dios me mande". Sí es culpa de LOS gobiernos no invertir más en educación (todos, sin excepción tienen aquí el pecado de omisión) para tener a un pueblo más culto y menos fanático.

De nuevo, no quiero defender a los que se la pasan simplemente desafiando a las autoridades, pero al menos en el mercado, todas las personas que vi estaban o bien trabajando o bien comprando. Afuera, claro, había otra serie de personajes de los que no puedo dar fe, así que de ellos ni hablar, que puedo cometer perjurio (je je)

Una vez más, si puede, acate las medidas, una vez más, no quiera ser un rebelde sin causa, pero una vez más, esto debería ser una alerta infaltable en nuestro gobierno, dada la problemática económica de un país con tanto comercio informal.

Y nada más, que si ha llegado leyendo hasta este punto, ya merece una medalla.

Salud y bienestar para todos.