Pasión por lo que se hace, talento y esfuerzo, vea el resultado:
The Magic Moment from Christopher Helkey on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
viernes, 12 de diciembre de 2014
sábado, 6 de diciembre de 2014
Sábado de vídeo
Para hoy es un vídeo de grandes kilates, porque le traigo a alguien que tiene en sus manos una joya invaluable.
Ana Miralles sur la couverture Djinn 12 from Emilio Ruiz Zavala on Vimeo.
Si no ha leído usted Djin, no sabe lo que se pierde, a nivel de libreto, pero sobre todo a nivel del dibujo, que es el quemón que le traigo hoy. Ni más ni menos que Ana Miralles, vea usted y dígame si no es una delicia verla trabajar.
Sonría, es sábado :)
Ana Miralles sur la couverture Djinn 12 from Emilio Ruiz Zavala on Vimeo.
Si no ha leído usted Djin, no sabe lo que se pierde, a nivel de libreto, pero sobre todo a nivel del dibujo, que es el quemón que le traigo hoy. Ni más ni menos que Ana Miralles, vea usted y dígame si no es una delicia verla trabajar.
Sonría, es sábado :)
sábado, 29 de noviembre de 2014
Podcast 9: Hola viejita. Parte 2
Segunda carta de 3, que conforman este cuento de Hola Viejita:
Además, se supone que ya se va a poder bajar el audio de este podcast, en caso de que así lo desee hacer.
Además, se supone que ya se va a poder bajar el audio de este podcast, en caso de que así lo desee hacer.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
El monstruo del parque - Cuento
Al principio era un
juego, como todo lo que iniciaban ellos dos. Un juego de verdad,
aunque ellos lo habían inventado. Era un juego relativamente
sencillo pero bastante ingenioso. El que comenzaba el juego debía
estar como estatua por un minuto completo, UN MINUTO, antes de
comenzar a encontrar las pistas que el otro iba dejando por todo el
lugar, todo con el objetivo de saber el lugar exacto, por deducción
lógica y no simplemente porque se buscó al otro desde un inicio, en
donde el de las pistas se escondía. Las estatuas detectives, le
habían llamado al juego, y era realmente fabuloso.
Tal
vez ella le dio a entender que le gustaba, tal vez él mal interpretó
lo que ella le decía. Pero cuando terminaron el juego aquel día y decidieron
trepar al enorme árbol de amate al final del parque, él estaba
confundido, no sabía lo que le pasaba, era algo nuevo, algo que no
había sentido nunca en todos sus enormes nueve años de vida, pero
cuando ella lo tomó de la mano para terminar de andar el camino
hacia el árbol, él supo lo que era: él la amaba, la amaba de
verdad, no como los adultos, la amaba con sinceridad, sin furia, con
temor, sin exigencias, hasta la muerte, desde lo más profundo e
interno de lo que era capaz de imaginar.
- Te quiero – le dijo, seguro de estar cometiendo la mayor locura
del mundo, esperando que ella le soltara la mano y lo dejara ahí,
moribundo del amor más sincero que se ha conocido jamás.
- Yo también – le respondió ella, mientras le regalaba el momento
más eterno de cualquier finitud: su sonrisa sincera.
Y
como siempre, subieron al
árbol con toda la velocidad de la que eran capaces y no necesitaron
volver a decirse nada, porque se amaban tanto, que no tenían
necesidad de decírselo, lo
sabían, lo sentían y eso era más que suficiente.
En
fin, ya estando en la parte más alta de la copa se dedicaron, como
siempre, a ver los perros callejeros pasar, inventándoles nombres e
imaginando el tipo de vida que tendrían una vez desaparecieran de su
vista.
El viento se había dedicado a dibujar maravillosas figuras sobre la
cancha polvosa que estaba debajo de ellos, así que también se
dedicaron a darle nombres a los dibujos, nombres inventados,
inexistentes para la gran mayoría, pero de una veracidad que
cualquier niño podría atestiguar.
Pero
algo pasó, algo que los dejó quietos y callados por un momento,
detrás del enorme árbol de hule, al otro extremo de la cancha, un
enorme agujero se abrió, exactamente en la mitad
de la corteza. De repente,
una enorme nariz azul se asomó y los dos niños se quedaron quietos,
de piedra, mientras a la nariz le
seguía una enorme trompa llena de pelos y de la cual sobresalían
cuatro colmillos, dos superiores y dos inferiores y
luego, unas manos gigantescas que se asían a los bordes del agujero
en la corteza, para dar paso, ya en su totalidad, a un enorme
monstruo de grandes patas
y un descomunal estómago, que lo hacía verse mucho más amenazados,
cuanto que devorador de todo aquello se atravesara en su camino.
El
monstruo salió, vio a un lado y otro, y luego se recostó sobre el
almendro que estaba junto al árbol del cual había salido: parecía
sentirse cansado por alguna razón, pero también se miraba
adolorido, con cierto malestar que se exteriorizaba
con bastante claridad y
que tendría que haber sido la razón para el descuido de salir aún
con la pálida luz de la tarde de aquel noviembre.
El
silencio no debía romperse, ¿qué
pasaría si aquel animal, humano, cosa, lo que fuera, los descubría?
Él no quería ni
pensarlo.
Y
aquel enorme... lo que fuera, se levantó y trató de andar hacia el
otro lado de la cancha polvosa, cojeó con dificultad “le duele la
pata” pensaron los dos al mismo tiempo, y se miraron con la
complicidad de quien sabe deducir tan bien como para jugar Estatuas
detectives sin dificultad.
El monstruo logró llegar al amate de los niños y volvió a
recostarse, mientras se rascaba la cabeza. Sin embargo, al recostarse
sobre aquel árbol, lo movió de tal forma que él no pudo evitar
resbalarse. Claro, él era un buen escalador y no cayó, pero la rama
que resultó rota en su operación de autosalvamento no fue tan
benévola como para quedarse callada. Ella, preocupada por él, dejó
escapar un grito ahogado, pero que también fue lo suficientemente
audible como para que el panzón del monstruo se levantara asustado y
a la defensiva.
- ¿Quién? - fue lo que dijo, con una voz tan gutural y grave que
ella, que no estaba asida con firmeza a ninguna rama por querer
ayudarle a él, se soltó.
El tiempo se detuvo para él, viéndola caer, alzando sus manos hacia
él, intentando asirse, mientras abajo el monstruo los miraba,
extrañado, asustado,... preparado. Él, por supuesto,no podía
perdonarse. Después de confesarle que la quería, sintiendo con toda
el alma aquel amor que se caía en un abismo interminable, en una
caída que duraba su vida entera. ¿Y si él también saltaba?, ¿qué
importaba ya su propia vida si ella no iba a estar mañana para
volver a jugar, volver a correr de la mano, volver a ver el regalo
diario de su sonrisa?
Aquel pensamiento le duró un segundo, nada más. Era obvio, no era
más que un pensamiento fugaz, por el que se sintió culpable, ¿qué
otra cosa podía hacer? Así que, sin perder más que ese segundo,
saltó.
No supo muy bien lo que pasaba. Él la miraba a ella y lo que pasaba
allá abajo, que cada vez era menos abajo y más el aquí, no le
importaba, iba a estar con ella, como debía ser, como él sabía que
debía ser, pues no lo imaginaba de otra forma. Y finalmente después
de una eternidad perdido en los ojos de ella, el “aquí” llegó.
- ¿Quién? - volvió a preguntar el monstruo, mientras los sostenía
a los dos en cada una de sus manos.
Y se dieron cuenta de que no estaban muertos, no estaban siendo
devorados y que estaban siendo sostenidos por unas manos grandes pero
suaves y calientitas.
La primera en reaccionar a la pregunta fue ella:
- Carolina – dijo con temor, mientras se tocaba el pecho
señalándose a sí misma.
- Enrique – dijo él, imitándola.
- Carolina... Enrique – atronó el enorme monstruo – luego dijo –
Roberto y, ante la mirada atónita de los dos niños, él sonrió.
En un mundo de adultos, la perplejidad hubiese sido la reacción más
normal, o bien el pánico descontrolado. Pero ocho y nueve años es
una edad de madurez y comprensión absoluta, por lo que los dos
sonrieron con total naturalidad, mientras eran depositados en el
suelo por Roberto, el monstruo panzón, peludo y sonriente.
Como todo un propietario real del parque, Roberto se portó por demás
cortés y les ofreció cerezos de Belice, fruto ácido pero de buen
sabor, que los niños siempre habían gustado y que, por supuesto,
siendo ellos muy educados también, aceptaron con gratitud.
Sin embargo, Roberto cambió la sonrisa por una mueca de dolor en un
instante y los niños se dieron cuenta.
Ella fue la primera en preguntar:
- ¿Duele?
Y él les mostró su pata inferior, a la que era claro que no podía
llegar y que tenía, ah las coincidencias literarias, una enorme
astilla clavada
Así que Enrique, se acercó a Carolina y le dijo en un susurro “Como
en la astilla del león” y a ambos se les iluminó la sonrisa, con
una complicidad por demás conocida entre ellos dos.
- Fuerte – dijo Carolina, mientras asía el tronco del árbol de
cerezo de Belice, invitando a Roberto a hacer lo mismo.
Enrique fue el que se acercó a la patota de Roberto y le hizo de
señas, advirtiéndole que iba a tirar de la astilla, así que
Roberto, sin mayor dilación, se aferró del tronco del cerezo,
mientras cerraba los ojos, preparándose para el dolor que, sin duda,
venía. Claro, la cosa no fue nada sencilla, pues lo que para Roberto
era una astilla, para el pobre de Enrique era una rama de
considerable tamaño, de la que tuvo que tirar, haciendo acopio de
todas las fuerzas que sus nueve años le permitían. Roberto, pobre,
se mordía el labio inferior intentando resistir el dolor.
Finalmente, la astilla-rama salió de la pata de Roberto, no sin una
cantidad considerable de sangre morada.
La expresión de Roberto cambió casi de forma inmediata, de un
agudísimo dolor, a una sonrisa de alivio, que acompañó de un
gruñido que puso a ladrar a todos los perros del lugar.
Los niños se fueron, pues la cena seguramente se enfriaría en las
mesas de cada uno si no llegaban a tiempo, pero Roberto los abrazó
con mucha calidez y expresó un “Gracias” que sonó a un rayo
estrellándose contra el piso de aquella cancha.
Los vecinos del lugar no se dieron cuenta, o aparentaron no darse
cuenta de la existencia de Roberto, pues podría poner en entredicho
su madurez adulta, así que nadie dijo nada cuando al día siguiente,
el cerezo de Belice apareció con unas marcas de unas enormes manos
que lo habían apretado con fuerza y los niños, claro, siguieron
llegando, siguieron queriéndose con la mayor sinceridad, ella le
siguió regalando su sonrisa, como siempre, pero los juegos de las
Estatuas Detectivas, eran aún más fáciles, con Roberto, siendo que
era incapaz de esconder aquel enorme cuerpo en ningún lugar de aquel
maravilloso parque.
FIN
sábado, 22 de noviembre de 2014
Sábado de vídeo
Que ayer me fue imposible, así que hoy le traigo uno cortititito pero gracioso... además de ser de esos que explica muy bien el comportamiento humano frente a lo que consideramos una gran desgracia, cuando no nos damos cuenta que pudo haber sido mucho, mucho, mucho peor:
Sonría, es sábado :)
viernes, 14 de noviembre de 2014
Viernes de vídeo
Véalo, analícelo, aprenda... si es que le toca alguna fibra:
BAG MAN from (a) TWIN (thing). on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
BAG MAN from (a) TWIN (thing). on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Manual para el suicidad principiante - Cuento
Se comienza con
timidez, con esa vergüenza disimulada que ocurre cuando ni siquiera
queremos que se nos note que tenemos vergüenza.
Enterrar poco a poco
la cabeza en la almohada, tal vez... pero esa sensación de la
caliente respiración, ese recordatorio permanente de algo que ya no
se desea: la vida. Tal
vez no, asfixia por almohadazo delicado, no.
En esos momentos, claro, uno recuerda que la casa es una porqueriza,
una casa... casita... casistilla en la que es tan fácil que se note
lo sucio y muerto, claro, pero con dignidad, así que se va uno a
traer la escoba a ese remedo impertinente de patio en el que caben,
con suerte dos macetas, una con albahaca, de esa de gallina, porque
la otra no se le da a uno que tiene mala mano; y otra con intentos de
principiante de sembrar zanahoria, o cebolla o tal vez cilantro.
El
proceso de barrido debe ser el más meticuloso que jamás se haya
llevado a cabo, al fin y al cabo, esas habladurías de velorio: un
asco. Es preferible que digan que se es un muerto limpio a que den
gracias a cualquier dios porque un personaje de semejantes malos
hábitos no merecía seguir vivo. Y aquí empieza realmente el
problema, porque se empieza uno a dar cuenta de que han habido
recovecos que jamás - no, no es exageración – jamás se habían
limpiado y encuentra uno animales que no sabía uno que existían,
así que comienzan las preguntas de si realmente es que llegaron o
se generaron espontáneamente y
a lo mejor hasta están por desarrollar consciencia de sí mismos.
De
acuerdo, la limpieza se ha hecho, tal vez demasiado concienzudamente,
pero vamos, que es nuestra última hazaña, nuestro opus mortem, si
se le quiere llamar de alguna manera y
nos decidimos a intentar otra cosa. Así que claro, es el momento de
observar las vigas (madera o metal, dependiendo de lo que
encontremos) y preguntarnos si aguantarán con el sobrepeso (no me
diga que no, acepte su obesa realidad con estoicismo). En
fin, que va uno a ver si hay algo que, en unión sinérgica de
pescuezo, vigas y cable-lazo-alambre-ocualquiercosaquesirva lleven,
al fin, al gran paso, el último, ese en el que se dicen las palabras
memento mori.
La
cuestión de amarrar bien el
cable-lazo-alambre-ocualquiercosaquesirva
tampoco
es cosa fácil, pues hay que asegurarse que no vaya a desamarrarse y
termine uno con más dolor de orgullo que con una muerte digna, así
que se hace un nudo de marino y se va traer una silla, una silla
cualquiera, que tampoco es para ponerse exquisito, que con la
dignidad guardada basta... y es aquí en donde aquel gusanito de la
inconformidad a corroer poco a poco la idea que tanto costó:
DIG-NI-DAD, tres sílabas, una palabra, mucho contenido y falta de
ganas de mandarlo todo a la mierda. QUE NO, que colgado... vamos que
muy bien muy bien, no es que se termine viendo uno, todo
colorado/morado y con la lengua de fuera, uf, la peor de las poses en
el peor de los lugares. Bien pues, no.
Saltar
de un décimo piso, ni en la peor de las borracheras, que las alturas
dan un mieeeeedo.
Gas...
no, que si hay una chispa, eso de morir quemado sí que no, cualquier
cosa menos quemado, que además de deforme, con una muerte cruel y
dolorosa.
A
ponernos frente a un bus o microbus, que estos seguro que hasta pagan
por matar gente... pero ¿y
si no hay tales de estirar la pata y solo queda uno medio rengo y
además estúpido? No
gracias.
Pagarle
a alguien para que nos quite la vida. Ja, si no tengo ni para el pan
francés de hoy, voy a tener entonces para pagarle a uno que me deje
las tripas de fuera. Que no.
Veneno.
Y la pregunta del millón de dólares: ¿Sabe usted en dónde puedo
conseguir cianuro, cicuta, curare? No.
Así
pués, después de un buen tiempo de meditar y analizar,
se llega a una conclusión: hágale huevos a la vida, que morirse no
es ni lejos, algo sencillo o barato.
FIN.
FIN.
sábado, 8 de noviembre de 2014
La Pava (poema de Francisco Torres)
Hoy no es nada mío... es simplemente que a alguien a quien quiero mucho le gustó este poema y la verdad es que no deja de tener su gracia:
LA PAVA
Por entre las flores
que adornan la reja,
asoma la cara alegre
y risueña
una zagalilla,
modelo de hembra:
con ojos muy negros
y tez muy morena
ha poco un mocito de
hechuras flamencas
de prisa y gozoso a
la calle lega,
y el paso detiene
ante aquella reja
que es altar y
trono...
¡Altar de su diosa,
trono de su reina!
Ya están frente a
frente,
la pava comienza:
- Hola Carmencilla.
- ¡Hola, buena pieza!
A dónde has estado
Currillo...? ¡Contesta!
¿por qué no ha
venío a la ocho y meía
como toa la
noche...? ¡Me tié contenta!
Hace algún tiempo
que tengo sospecha
de que tú me
engaña, si verdá fuera
te juro por esta...
- ¿Qué ice,
serrana?
- Que eres una
prenda, que me engaña, curro,
- ¿Yo engañarte,
reina?... ¿Has perdío el juicio?
- Quisieras lo
pierda. ¿Te parece bonito
tenerme cerca de do
hora esperando?
- Nena e que yo...
- No quíeo
iscurpa...
- Espera y escucha
un itante tan solo,
princesa, que un
grillo se escucha y vale una perra.
- Y tú vale menoque
un grillo, tronera...
No quío escucharte
mentira,
- Carmela!... no
tíe... reparo, no tíe prudencia,
- Ni tu tíe
vergüenza.
- Por Dios, no te
enfade que pone muy fea
tu cara bonita, tu
cara de reina...
- ¿Ya viene con
flor...? Pue largo con ella,
que aquí por
fortuna no sobra maceta...
- ¿Por qué eso
modale, por qué? Dí,
Carmela...
- Porque tengo celo.
- ¿Quién e esa
hembra
que amarga tu vía?
- No lo sé;
cualquiera...
Yo no la conozco ni
quíeo conocerla;
una lagartona que te
quíe pa ella
y no le importa er
que yo me muera.
- Ar que eso te ha
dicho que te güerva el dinero.
Mira mi arma toa
entera
era e mi mare cuando
a tío morena,
no te conocía; más
la noche aquella
en que yo te vi por
la vez primera,
la partí por medio
pa que ansina sea
la mitá pa tí, la
mitá pa ella...
- Renuncio a mi
parte de arma tan perra...
- ¿Qué ice? - Lo
dicho: tú si dúa piensa
que vas a engañarme
con la labia esa
Qu el Señó te ha
dao. Pue no te lo crea,
que si tú ere
pillo, yo soy tan lela.
- ¿Es que te has
propuesto que tengamos
gresca?
- Lo que yo deseo e
que ya no güerva
má por esta calle,
porque yo a la reja
no bajo ni a tiro pa
que tú me veas...
- Ni farta que hace;
no pase tú pena
por eso, chiquilla,
ecuída, Carmela,
que yo te prometo
darte gusto. ¡Ea!
Adió, señorita...
- Adió,
sinvergüenza...
La dama, nerviosa,
la ventana cierra
y tras la persiana
marchar la contempla;
él a cada paso
vuelve la cabeza
y exclama entre
dientes:
- ¡Que baje mañana
a la reja Dió mío!
Y entre tanto, ella
se queda gimiendo:
-¡ Dió mío! ¡Que
güerva!
Francisco
TORRES
Así pues, se los dejo, para ver si también les deja una sonrisa :)
martes, 4 de noviembre de 2014
Mañana como siempre... - Cuento
Y vuelvo a este lugar, en donde lo único que cuenta es la justificación.
Veo a uno y otro lado y me siento perdido, ausente
de mí mismo, veo mis manos correr por el teclado sin saber exactamente
lo que están escribiendo. Estoy solo, me siento solo y comienzo a temer
que sea un viaje sin retorno. Años hace que
no tenía esta sensación y me doy cuenta que a pesar de no sentirme nada
bien, debo estar aquí. Aparentando que estoy bien, que soy fuerte, que
no pasa nada.
Cierro los ojos e intento recordar lo que se sentía
ser distinto… y no lo consigo. Nada me sabe como antes. Si bien no soy
de los que vive anhelando un pasado mejor, lo cierto es que tampoco el
presente y mucho menos el futuro me suenan
prometedores. Intento recordar mi felicidad y no logro recordar lo que
sentía. Mi momento de autocompasión duró poco, cuestión de un día, tal
vez dos. Pero lo siguiente fue peor. La vacuidad, la falta de peso, la
ausencia.
Todo comenzó por una estupidez, como empiezan todas
las cosas grandes. Un pleito, un malentendido, una frase dicha tal vez
sin querer, pero que alcanzó a tocar fibras sensibles. Demasiado
sensibles. Primero, claro, el enojo, pero luego
algo pasó, algo se comenzó a transformar, a cambiar dentro, como esas
gotas que se van acumulando en los huecos de las piedras y cuando el
hueco se desborda no lo hace más en simples gotas, sino en grandes
chorros, así, lo que se desbordó producto de aquella
insignificancia, resultó ser la indiferencia. No había odio, no había
otra persona, solo había una nada monumental, un vacío triste y errante,
vagando por cada rincón del alma.
Estando aquí, no puedo más que desear en otro
lugar. Pero no sé en qué lugar. Viendo a la gente entrar y salir de esta
oficina no puedo menos que imaginar lo plácida de las vidas de cada uno
y me doy cuenta que estoy terriblemente equivocado,
que las vidas plácidas son una falacia, una mentira que creemos por un
tiempo, pero que luego llegamos a desenmascarar. Y duele. Y destruye.
La necesidad de aparentar que se trabaja no hace
más que incrementar la soledad. Trabajo, claro, hago lo que debo hacer,
por lo que se me paga y por lo que soy una persona “productiva a la
sociedad” Todo una pantalla, una mentira enorme
que dice que estoy bien, que soy una persona importante y que sabe
hacer su trabajo. Como si eso fuese lo único que importa.
Vida, trabajo, trabajo, vida. Suena complementario,
pero en realidad es parasitario. El trabajo se convierte poco a poco en
lo más importante para muchos y en lo más deprimente para otros. Con
lentitud, los progresos laborales se van convirtiendo
en lo único que interesa, como si la necesidad de trabajar, se
convirtiese en la necesidad de saber que somos necesarios en el trabajo.
Espejos para los conquistados.
Y permanezco en mi lugar de trabajo, cumpliendo un
horario que no pedí, que no establecí y que nadie ha establecido nunca,
porque sí, porque este es el horario que ha sido siempre, tantas horas
fuera de cualquier lugar que a uno le pueda
parecer interesante, porque eso es lo que debe ser, porque siempre ha
sido de esa forma.
La veo en mis recuerdos y parece que estuviese ahí.
Pero lo cierto es que no la extraño. No recuerdo como sentir lo que
sentía por ella y eso me entristece. Creamos una vida junto a alguien
más con la esperanza de que un sentimiento, una
reacción química, será capaz de durar para siempre y de repente, un
pleito, otra reacción química, no hace más que contrarrestar el efecto
de la primera y luego,… nada.
Y ahora, que la hora de partir se acerca, que he de
regresar a otro lugar en el que no quisiera estar, no hay nada más
devastador que aceptar que mañana, como siempre, el sol saldrá y mi
corazón seguirá latiendo, porque no soy más que el
resto, porque estoy aquí, junto con otros millones, que tienen tanto
vacío en su vida como yo. Que el mundo sigue, que el universo sigue.
Tanta verdad, tanta crueldad, tanta mierda.
sábado, 1 de noviembre de 2014
Podcast 7. Cuento "Hola Viejita
Como hacía ya ratos que no publicaba un podcast, pues me decidí a hacer uno. En este doy cumplimiento a la promesa de subir más cuentos leídos y les leo uno que, además, ya estaba subido al blog desde hace algunos años, pero que ahora lo leo, no sin cometer algunos errores de lectura, pero que no son tan graves como para no entender el contexto. Mis disculpas, además por el tonito constipado, pero recién salgo de una gripe crepuscular :(
En fin, el cuento se llama Hola Viejita y es un cuento que se divide en 3 cartas, el podcast es la carta 1, en la que un viejo YO, le escribe a un amor perdido que no superó jamás.
Este es el podcast:
En fin, el cuento se llama Hola Viejita y es un cuento que se divide en 3 cartas, el podcast es la carta 1, en la que un viejo YO, le escribe a un amor perdido que no superó jamás.
Este es el podcast:
viernes, 31 de octubre de 2014
Viernes de vídeo
Digamos que es una colección de varios temas conocidos, condensados y que parecen un tema nuevo:
E N V O Y from David Weinstein on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
E N V O Y from David Weinstein on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
miércoles, 29 de octubre de 2014
Mi Mondrian y tu Picasso - Cuento
Adolfo Aliosha, ese
es mi nombre. El que me puso mi padre, un admirador confeso del libro
Mein Kampf y de Los Hermanos Karamazov, autor y personaje que
componen mi maravilloso nombre. Esto no es una cuestión baladí, por
supuesto que no. Esto es algo que me ha definido a lo largo de mi
vida. Empecemos por el nombre de Adolfo, que hoy en día y desde mis
tiempos, casi nadie lleva encima. Pero ese es el de menos, que tal el
de ¡Aliosha! En la novela de Dostoievski era un diminutivo, pero el
mío no es el caso, no señor, me llamo ALIOSHA.
¿Que si la he visto
difícil? Imagínelo usted con todo el poder de su imaginación y le
aseguro que se habrá de quedar corto. Sin embargo y en favor de mi
padre... y de mi madre que fue la que no puso reparos al asunto, esas
batallas infantiles me resultan hoy, claro, con el tamiz de los años,
una verdadera delicia, sobre todo en estos tiempos en que las cosas
van rápido y nadie tiene tiempo para fijarse en mis nombres, en la
segunda guerra mundial, en un par de hermanos con un mal padre o en
cualquier otro vestigio de conocimiento general que pueda asomarse.
Por lo demás, fue
la mía una infancia feliz, llena, honor a quien honor merece, de
muchas artes y buena literatura, al menos de la que se puede
conseguir por estos rumbos, que tampoco es que La Princesa de
Cléveris se encuentre en cada esquina... que hasta librerías es
difícil encontrar.
Mi adolescencia,
como la gran mayoría, se vio marcada por la rebeldía y por el
desencuentro con aquellos que decidieron que viniese al mundo, pero
fue pasando poco a poco y la reconciliación llegó de la mano con mi
edad adulta, no sin antes haber pasado por una serie de tareas que
iban desde Saint Exupéry hasta Don Lito de El Salvador, las
ecuaciones de segundo grado con una incógnita; mis primeros
encuentros con el baloncesto que a estas alturas, con todo y la vejez
de las articulaciones, sigue siendo mi deporte favorito. Claro, mis
primeras aventuras con el onírico sentimiento del amor adolescente,
con sus característicos y beckerianos ex abruptos. Mi primer
encuentro con Sabina y mi primer amor literario con Antonio Muñoz
Molina y su Jinete Polaco.
Mi entrada en la
adultez, forzada como la gran mayoría de los adultos incipientes en
el país, fue a través de un trabajo que representó mis primeros
ingresos, mis primeros encuentros con la tensión laboral y mi
primera decepción, al no poder seguir los pasos del personaje de J.
M. Barry. Mi desencanto con la tan ansiada adultez, que ha llegado
hasta estos días, se fue cubriendo poco a poco con un aire de
responsabilidad, tanto que llegué a creer que el hombre de negocios
de la región de los asteroides 325, 326, 327, 328, 329 y 330, no
estaba precisamente en un error.
Conocí a Dalí un
poco tarde, pues aún no me alcanza la vida para admirarlo. Pero, no
crea que voy siguiendo los pasos de Malintzin, que la Familia de
Papel me resulta de los cuadros mejor elaborados y más
enternecedores que he visto. Me gustó la plástica tanto como la
música y admiré con locura cada trabajo de Buonarotti, como amé la
música de Zeppelin, como me admiré con cada Goya y sus desvaríos,
como me emocionaron las notas de Haggard.
Había tenido, como
sea, muchos años de bonanza económica y gozaba de placeres
hedonistas de muchas clases.
Toda la parafernalia
contada hasta hoy no es simplemente ese deseo de presumir. No. No soy
tan banal ni tan presumido. Fue cuando cumplí los 38 que la conocí.
Ella apenas tenía 23 y era una niña maravillosa que saltaba por
todos lados y sonreía con despreocupación, obsequiando felicidad a
cada paso. No exagero, ella era así, vital, imposible, onírica. ¿Su
nombre?, su nombre no importa, no realmente, como no importan los
pormenores insignificantes como su altura o la cantidad de dinero que
pudo o no haber tenido.
No nos presentaron
nunca, ella se acercó a mí y me dijo “hola, ¿te gusta Mafalda?”
Claro, no acostumbrado a presentaciones tan poco ortodoxas, no acerté
más que a sonreír. “¿Qué?”, me dijo “¿no te gusta?” Le
estiré la mano y le dije “Al que no le guste Quino, no sabe nada
de la vida” Ella no hizo nada más que sonreír, pero no hizo falta
nada más. Aquella luz que me envolvió de repente era casi como el
amor contemplativo desde la ciudad de plata. Yo era Uriel y ella la
luz eterna. Hablamos de todos los libros de Mafalda publicado, de
otros tantos libros de Quino, de Fontanarrosa, de Crumb... muy pronto
nos dimos cuenta que el mundo se había desvanecido a la luz de las
tiras cómicas y que, en aquella fiesta a la que había ido como un
compromiso social, se había convertido en la velada más deliciosa
que había tenido en mi vida. Nos fuimos de la fiesta como a eso de
la una de la madrugada y acabamos en una estación de gas, hablando,
riendo y yo, sin duda alguna, enamorándome como un imbécil, como
nunca, jamás, creí que iba a hacerlo.
Quedamos... a ver,
en realidad le supliqué, que nos viésemos más tarde ese mismo día.
No podía quedarme con aquel deseo apremiante de seguir y seguir y
seguir. Sorprendido, escuché que me decía que sí, que estaría
encantada y que nos veríamos en una cafetería, pero por la tarde,
que con todo el cansancio que tenía, seguro iba a dormir hasta el
medio día.
Los días se iban
corriendo cuando estaba con ella. Entrábamos en una dimensión
propia, en donde el tiempo parecía, al mismo tiempo, estar detenido
y viajar mucho más rápido que cualquier otra cosa. Conocí de su su
afortunada cinefilia, su megalomanía y su gusto por el arte
abstracto y surrealista (menuda combinación) Era alérgica a las
iglesias y detestaba el tener que estar atada a un horario y a un
lugar para aparentar ser una persona respetable que se puede ganar la
vida de la manera más decente. Era cautelosa con las cuestiones
sentimentales, porque no creía que el amor absoluto o la entrega
incondicional fuesen una buena idea, sobre todo en un tiempo en que
lo shakespeariano era ridículo, pero lo bergerackiano era falso.
Yo contaba las horas
para salir de la compañía y poder verla, buscaba cualquier excusa
para salir más temprano o para escaparme y verla una hora o incluso
treinta minutos en mis horas laborales (frase que, por cierto, le
causaba una cierta risa forzada pero altisonante)
Un buen día, la
sorprendí con un regalo: había pedido a través de Internet la
colección completa de Ths Sandman de Neil Gaiman y se la llevé a
nuestra ya obligatoria cita de todos los días, cuando lo abrió
gritó tan alegremente que me llenó de su felicidad, pero además se
tiro a mis brazos y me besó. Un beso largo, aunque espontáneo, un
beso del que se separó después de algunos segundos deliciosos y que
quise prolongar tanto como la eternidad me lo permitiese. “Perdón...”
dijo casi avergonzada, como nunca la había visto, pero luego se
recompuso, me volvió a poner su mejor cara de la Wendy barryana y me
dijo “gracias” con aquella sonrisa que me derretía las retinas.
“Gracias a vos” le dije con una sonrisa involuntaria.
Comenzamos una
relación implícita ese día. Jamás me declaré, lo que hizo que
aquello se me convirtiera en una adicción todavía más cruel, más
necesaria, más... como el polvo de los sueños de Oneiros. La besaba
cada vez más y ella correspondía y luego continuábamos nuestras
pláticas, lo cual me volvía cada día más, un esclavo de su
humedad y de sus palabras.
Pero ella no parecía
darse cuenta de mi debilidad, de mi cada vez más traumático vuelco
de razón hacia ella. Ella simplemente me besaba, conversaba y seguía
como si nada. Yo, claro está, quería más: quería vida, quería
alma, quería tiempo y locura, todo en un solo paquete un solo
hatillo de segura sin razón, envuelto en un papel de celofán con mi
nombre en él... y ella no me lo entregaba, no me retornaba la
locura, no me daba la necesidad de mí que yo necesitaba.
Los besos, las
caricias, sus labios abiertos me perseguían, mucho más que si
alguna vez nos hubiésemos acostado. Era doloroso y yo quería más
de ella. Una señal, un pequeño guiño del compromiso de estar locos
los dos, complementados, juntos y muy revueltos.
Finalmente, un buen
día, después de querer sacarle con insinuaciones un poquito de
confesión, le pregunté sin más miramientos “¿estás jugando
conmigo?”, a lo que ella me contestó con un sonriente “claro,
¿por qué?”
Aquella respuesta,
totalmente inesperada, me dejó sorprendido por un par segundos, ante
la mirada inquisidora de ella. “¿pero... por qué?” Y me sentí
un estúpido por haber preguntado de una manera tan burda. “Porque
necesito jugar y divertirme, de lo contrario me moriría. ¿O es que
vos querés que lo nuestro sea serio?” No supe muy bien qué
responder o qué pensar y no pude hacer más que quedarme callado.
“Sos demasiado Mondrian y yo soy demasiado Picasso” me espetó
con cierta mueca de hastío y se fue.
Al día siguiente no
nos vimos, ni tampoco al siguiente, ni al siguiente. Los días se
iban como si el maldito Cronos se regodeara en mi desesperación e
hiciera más lento su elemento. Pasaron nueve días antes de que ella
me llamara y me dijera que nos viésemos. Para ese momento mi vida
era ya un caos y el trabajo se me antojaba ya de una banalidad
excesiva. Yo la quería a ella, a sus labios, a sus verbos
inventados, a sus libros preferidos... a ella, a ella.
Nos vimos en una
cafetería, como siempre y logramos entablar una conversación
interesante, pero ella se sentó frente a mí y no a mi lado como
hacíamos siempre, así que intuí que los besos, esa ambrosía tan
necesaria para mi inmortalidad de memoria, estaba fuera de discusión.
Sin embargo, verla, escucharla, conversar... eso era ya mi bálsamo
de Fierabrás.
Pero ella evitaba mi
mirada, ella quería decir algo que no se animaba a decir.
Finalmente, cuando el sol comenzaba a palidecer, pareció tomar el
valor que la luz que había quitado y me dijo sin más: “hubiera
pasado mucho tiempo a tu lado... tal vez un par de vidas...”
Aquella pausa, aquel pero dejado en el aire, implícito, invisible
pero taladrante me hizo saber que la continuación de la frase no le
correspondía a ella, sino a mí. “Pero no estás para crecer y
hacerte adulta conmigo” Las lágrimas rodaron por sus mejillas y
bajó la mirada. “Mi Mondrian y tu Picasso...” dije con un
susurro “...se divirtieron por un tiempo, pero los caminos, como
los de las pinturas, se tornaron muy distintos” Ella lloraba en
silencio, mirando siempre la mesa “Las líneas están ahí” me
dijo ella “pero no hay que pedirlas, a veces no hay siquiera que
pintarlas” Y se levantó con brusquedad. Yo no dije nada, la vi
partir sin volver la mirada y mis lágrimas se negaron a despedirla.
Los años han
pasado, no la he visto más. Yo me casé, logré la estabilidad, la
solidez y la armonía de mi tan anhelado Mondrian... pero todos los
días, por unos minutos, me veo al espejo y gozo un poco recordando
cada línea de Las señoritas de Avignon.
FIN
martes, 21 de octubre de 2014
La sonrisa de la Gioconda - Luis Racionero
La sonrisa de la
Gioconda – Luis Racionero
“Caro Francesco:
Las promesas
engañan, el tiempo decepciona, la muerte burlas los cuidado, las
ansiedades de la vida son nada.”
Ese es el cruel y
maravilloso comienzo de este libro de Luis Racionero, quien nos
regala en 300 páginas una rápida biografía del genio italiano
nacido en Vinci y que vive, como todo inmortal, en la memoria
colectiva del mundo.
Tierno, triste pese
a saber el final del personaje, maravilloso por todos los datos y las
ficciones sobre el gran genio.
Desde su lejana infancia, su traslado a casa de su padre en donde es
tratado como bastardo, condición socio-familiar en la que nace, sus
inicios con el gran Verrochio, sus peleas con Miguel Ángel sus
amoríos tanto con hombres como con algunas mujeres, sus
inspiraciones, sus decepciones, sus viajes...
Leonardo da Vinci siempre ha estado envuelto en un aura de misterio,
comenzando, por supuesto, por el cuadro que le da el nombre a este
libro, del que se han dicho tantas cosas y se han expuesto tantas
teorías, incluída la que se baraja en esta novela, que la Mona Lisa
no es más que la madre de Leonardo, a quien siempre quiso y atesoró
como uno de sus seres más queridos.
Su tortuosa relación de amor-odio con Salaì, su último amor con
Francesco Melci, el paso por todos sus mecenas, todas las obras que
acabó y las tantísimas otras que no dejó más que a medias.
Es una novela que intenta ser biográfica y que pretende llenar con
ficciones los vacíos que han quedado en la vida del grande, del
inventor, pintor, médico, filósofo, matemático... y siga usted
contando, Leonardo.
Mi más sincera recomendación es que lo lea, pues termina uno
encariñándose, además de admirando al maestro da Vinci.
Y claro, cómo no finalizar con el mismísimo final del libro: “Como
en día bien empleado da gusto morir, tras una vida colmada da gusto
morir”
LEA, EL CONOCIMIENTO ES PODER!!
sábado, 18 de octubre de 2014
Volver. Cuento
Estaba solo, como
había estado desde que ella se había marchado. Pero la suya era una
soledad volcánica: ardiente, sofocante, claustrofóbica y
angustiante hasta la locura.
Ella no estaba, ella
no estaba, ella no, ella, no.
Sabía que estaba
haciendo algo, un fósforo en la mano, una ollita, un lejano olor a
café, el calor del fuego. Las viejas rutinas, vistas solamente a
través del cristal roto del abandono. Él era el culpable, lo sabía
y no tenía reparos en aceptarse como tal, repeticiones burdas,
llenas de lugares comunes “me lo merezco”, “fui un idiota”,
“solo así se aprende”, “o grandes felicidades o grandes
lecciones”... espejos rotos en los que resulta cruel mirarse. Las
palabras se le antojaban resbalosas, escurridizas, falsas. El mejor
amigo del hombre, el silencio.
Encontrarse con ella
en los rincones inexplorados. La esquina de la cocina a la que nunca
llegó la escoba por estar entre el refrigerador y el mueble que
servía de tabla para cortar la carne; el olor de las hojas de
albahaca recién cortada, el color del techo con las goteras que
jamás reparó.
Eso de mirar al
techo le pareció excesivo y muy cliché, así que decidió vencer la
depresión en nombre del decoro y salió a la calle intentando
recordar la sensación del sol en la cara. Ardillas jugueteando en
los alambres de electricidad, un par de pájaros en pleno cortejo,
automóviles entrando y saliendo de casas repetidas con problemas
iguales, similares o totalmente distintos, pero vividos de forma
diferente, aunque paradójicamente, igual de brutal.
Los cienpiés se
habían apoderado de gran parte de un tronco y ver cómo algunos se
encimaban a otros lo asqueó, pero siguió viendo, casi hipnotizado.
Ruidos mecánicos
resonando, rodeándolo. Una motocicleta, una motosierra, dos
automóviles, una mujer en la cochera corriendo en un aparato
monstruoso. Cuanta fealdad, cuanta banalidad, cuanta vacuidad
pretéritamente inadvertida.
El arrastrar de sus
propios zapatos lo sorprendió. ¿Había arrastrado los pies desde un
inicio, había comenzado recién a arrastrarlos o los había
arrastrado desde siempre? El despertar.
Ver a los niños
jugando en la calle le trajo memorias perdidas de las veces en las
que él mismo se dedicaba tardes enteras a perseguir una pelota o a
destrozar pantalones por caerse tanto de la bicicleta. Tantos
recuerdos herrumbrosos, tanto pasado precioso gracias al tamiz del
tiempo. Pájaros de oropel trepando por su espalda, diciéndole una y
otra vez que todo es una mentira y que no hay nada más lógico que
creerlo.
Y de cuando en
cuando, sus ojos. No aquellos ojos cafés llenos de poesía, no
aquellos ojos llenos de deseo que lo desvestían sin tocarlo durante
tanto tiempo. No. Ojos acusadores, llenos de reclamo, de decepción,
¡ay!, decepción. No cabía duda alguna, aquellos ojos lo estaban
devorando desde adentro, desde el mismo centro de su memoria y no
había más que rendirse, aceptar aquella derrota estúpida y
salobre, mientras la calle seguía y seguía, larga, gris inacabable.
Ni modo, la vida sigue y el suicidio era una alternativa demasiado
común, tan sencilla que se negaba a aceptarla, un axioma de
imbecilidad y vodeviles repetidos.
Techos altos,
enredaderas tragándose las paredes felizmente y él contemplando el
cielo nublado, sabiendo que la tormenta se acercaba, incapaz de
comprender que aquello implicaba mojarse, empaparse hasta los huesos
y un seguro resfriado lleno de incomodidades.
Miraba cada detalle,
pero no se detenía en la observación de nada. Todo eran anuncios
publicitarios de una vida que ya no lo era. Nada valía la pena como
para prestarle atención.
Y entonces la vio,
ahí, sin la cara de angustia con que la había imaginado. Sola pero
decidida, subiendo a un autobús. Dueña de su tiempo, de su vida, de
su entorno y de su pasado. El pasado de él. No había lágrimas, no
había caras tristes, solo había determinación, una determinación
de que él nunca había sido capaz y de la que ella siempre fue
propietaria absoluta y vitalicia. No lo vio, menos mal. Salvarse de
la vergüenza de explicar una facha que, si ella la hubiese tenido,
hubiese sido un acto de complicidad. Pero no la tenía.
Y fue en ese momento
cuando se dio cuenta de lo que aquel cielo gris significaba y se
planteó la pregunta “¿Debería volver?” Un trueno lejano le
hizo caer más en la vomitiva realidad en la que estaba y se volvió
a preguntar, ahora con más decisión “¿Debería volver?” Una
gota, en su párpado izquierdo, pequeña, helada, solitaria, aunque
no por mucho. A lo lejos, el sonido inconfundible de la tormenta que
venía sin miramientos, cruel, inhumana. Así fue como llegó a su
decisión definitiva, sin miramientos, cruel... humana. La pregunta
regresó, pero no se la hizo, estaba ahí, pendiente de los hilos de
su voluntad sin animarse al asomo. “Volver”, se dijo, “¿para
qué?” y siguió bajo la tormenta, sin lágrimas, sin dolores, sin
un alma en venta.
FIN
viernes, 17 de octubre de 2014
Viernes de vídeo
Le gustan las películas de Zack Snyder? (Tranquilo, seguro que ha visto la mayoría pero no sabe o no recuerda el apellido del mero mero)
Pues esta recopilación de los momentos de cámara lenta (slow motion, si se quiere poner exquisito) de sus películas le van a encantar:
Zack Snyder // Slow Motion from Jaume R. Lloret on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
Pues esta recopilación de los momentos de cámara lenta (slow motion, si se quiere poner exquisito) de sus películas le van a encantar:
Zack Snyder // Slow Motion from Jaume R. Lloret on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
miércoles, 15 de octubre de 2014
El angelito. Cuento
Fue tarde, no sabría
decir exactamente la hora, pero sé que era tarde, porque el ruido
desesperante de los carros había disminuido. Tenía hambre y me
había levantado a prepararme algo de comer. Nada elaborado, tal vez
un pan con crema o con queso, cualquier cosa hubiese estado bien.
Pero el aleteo me sacó de mis pensamientos culinarios.
Eran unas alas
grandes. Seguro. Algo que jamás había escuchado, algo más grande
que un de las lechucitas que llegaban a posarse de vez en cuando
sobre la antena aérea del televisor. Aquello era grande, lo
suficiente como para hacerme botar la bolsita con la crema y
prepararme para lo peor.
Imagínese usted el
susto... no, el pavor que despertó en mí al oir que tocaban la
puerta de atrás. Sí, esa que da a lo que se supone que es un patio
y que no es más que un trocito de tierra moribunda, llena de
cienpiés y escasa de cualquier otra cosa.
Yo,
claro, desnudo como estaba corrí hacia mi cuarto con el Jesús en la
boca, creyendo que la delincuencia me iba a convertir en una pequeña
adición a las estadísticas. Pero
cuando aquella voz, dulce, difícil de definir como masculina o
femenina me pidió que abriese la puerta, por una razón que no
podría explicar, no pude resistir, mis piernas se movieron solas, me
vi lleno de una confianza que jamás había logrado sentir, estaba
plenamente convencido de que aquello que estaba en el minipatio no
era malo, al contrario, sentí que no había nada en el mundo más
seguro que aquello que estaba afuera. Y sí, lo pensaba como
“aquello”, porque el tonito de la voz era extraño y porque,
imagine usted, ¿cómo
llamar a algo que llega volando, a media noche (o eso creo) a tocar a
la puerta de atrás de su casa?
En
fin, llegué sin miedos a abrir la puerta, solo para encontrarme con
lo más hermoso y maravilloso que mis ojos hayan podido ver o verán
en esta vida o en la otra: un angelito. Era chiquito, gordito y
bonito, como esos cuadros en los que se retrata a los angelitos, que
si bien son chiquitos, también era lo suficientemente grande como
para que el aleteo sonara pesado y de ahí el ruido que originalmente
me había matado del miedo.
Pero
decía,... al abrir la puerta, el muchachito... o muchachita, no sé
bien, me miró con cierta indignación, como reclamando el tiempo que
me había llevado abrir la puerta y entró batiendo sus alas y viendo
a derecha e izquierda, como evaluando
si el lugar valía la pena la espera que había tenido que hacer.
Imagine
mi vergüenza al recordar que yo estaba desnudo, sí, desnudo,
chulón, vaya, para que me entienda, con todas las miserias al aire y
el angelito ahí, volando con los brazos cruzados y sin prestarme
demasiada atención.
Finalmente,
se volvió con resolución y me dijo, “quiero dormir”. Como es de
suponer, la extrañeza y la duda me cruzaron la cara, sobre
todo por aquello que mi abuelita siempre me dijo “los ángeles no
duermen, no lo necesitan y además te cuidan” y si no, ¿en dónde
carajos queda aquello de “ángel de mi guarda dulce compañía, no
me desampares ni de noche ni de día”? Debí
haber sido tremendamente transparente para aquella cosita tan tierna,
porque me miró con cierto hastío y me dijo “sí, dormir”, me
acabo de escapar porque quiero experimentar lo que ustedes
experimentan.
Mis orejas deben haberse puesto más coloradas que los tomates que se
ven en la tele, digo, porque los del mercado son más pálidos...
pero bueno, que aquella confesión me llenó de nuevo de ese temor
paralizante. UN ANGELITO ESCAPADO. No era eso casi como Satanás.
Usted me dirá que no, que a aquel lo expulsaron y este se había
escapado, pero que yo no lo creo de esa forma, que de todas formas
fuera del cielo es fuera del cielo y desobediencia es desobediencia
¿y qué si el de allá arriba, el mero mero, el colochón se enojaba
con el angelito y le mandaba un rayo o algo y terminaba yo sacando
terminación?
Como pude, le señalé la cama y alcancé a decir con un hilo de voz,
haga de caso como ese ruidito que se escapa cuando abre usted el
chorro del lavadero y se da cuenta no hay agua y solo sale aire, pues
así, así mismo era mi voz en ese momento, y le dije, “adelante,
acostate como podás”
Pero en el momento en que el bodoquito ese se me quedó viendo con
extrañeza y con cara de no saber lo que le estaba diciendo, una ola
de ternura me invadió, aquella cara de inocente ignorancia me hizo
olvidarme de todos los temores y me hizo querer ayudarlo, nada más
que ayudarlo sin que me importara nada más.
Me acosté en la cama y me puse la almohada debajo de la cabeza y le
dije “esto es acostarse”, es lo que se hace para luego poder
dormir. Una vez más, se me quedó viendo con cierta duda y me dijo
“pero, ¿cómo logro dormirme?”
La pregunta del millón. Cómo explicar algo tan cotidiano, algo así
como la pregunta de “sí pero ¿cómo respiro?” ¿Cómo se le
explica a alguien que nunca ha hecho algo que para uno es una
necesidad y no algo que se hace porque se desea?
Lo único que se me ocurrió fue lo obvio: “Hagamos algo, me voy a
acostar y a dormir para que me veás mientras duermo, a ver si lográs
hacerlo como yo, ¿de acuerdo?”
El angelito me vio con alegría y asintió, así que me dispuse con
alegría a mostrarle a aquella cosita cómo se hacía algo en lo que
yo era experto. Con algo de superioridad me acosté, me puse la
almohada debajo de la cabeza de nuevo y le dije “ahora se cierran
los ojos y esperás a que el sueño llegue y perdés la conciencia”
Cerré los ojos y esperé, aparentemente poco, a que el sueño me
dominara. Aquella experiencia debió haberme agotado de manera
extrema, porque terminé durmiendo hasta la mañana siguiente. Me
levanté con cierto aspaviento, recordando que tenía una visita por
demás importante, con vergüenza y con cierto orgullo presuntuoso,
pues no cualquiera duerme con tanta placidez como lo logro yo, tanto
tuve razón, que cuando levanté la cabeza, me asombró no ver nada.
No, no estaba ciego, no estaba bajo ningún evento de presión
nerviosa, en realidad, no vi mi televisor, no vi mi refrigeradora, no
vi mi cocina, no vi nada de nada.
La verdad es que no he dicho toda la verdad, si que había algo: un
papel escrito a lápiz con una letra preciosa que con seguridad era
del angelito. Decía lo siguiente: “Te vi dormir por algún tiempo
y me pareció aburrido, así que he decidido intentar otras cosas que
ustedes hacen a diario, esto de la televisión es gracioso”
Me reí con todas las fuerzas del mundo, pero la verdad es que,
además, aprendí una valiosa lección: La próxima vez que un ser
paranormal o mitológico se haga presente en mi puerta, con toda la
seguridad y la autoridad de mi humanidad, lo voy a mandar a la
mierda.
viernes, 10 de octubre de 2014
Viernes de vídeo
Oooooh carajo!!! Éste, no bastándole ser una animación CGI fuera de serie, un despliegue de imaginación y pericia en el uso del software en el que se haya hecho, sino que además plantea una excelente teoría, ficticia sobre la creación de la vida en los planetas:
Abiogenesis (Short Film) from Richard Mans on Vimeo.
Se llama, como ya habrá visto, Abiogenesis, y es una obra de arte por donde se le vea!!
Sonría, es viernes :)
Abiogenesis (Short Film) from Richard Mans on Vimeo.
Se llama, como ya habrá visto, Abiogenesis, y es una obra de arte por donde se le vea!!
Sonría, es viernes :)
miércoles, 8 de octubre de 2014
Batman Incorporated
Este no es precisamente un cómic "poco conocido" y por eso es que no le pongo el título de la serie.
Sin embargo, en un momento determinado lo encontré, la novela gráfica
completa, y claro, resistirse al Caballero Oscuro es un error, grave error.
Ambientada un poco después de la película (o la serie) El Hijo de Batman, Batman Incorporated nos cuenta la historia de cómo Bruce Wayne planea el ataque al mal a nivel global, reclutando a una serie de personajes que serán el "Batman" de cada país en el que Batma Inc. se encuentre.
Damian, el hijo de Bruce Wayne y Talía Al Gul (sip, la mera hija de Ras Al Gul) ha jurado la venganza contra Batman, que le quitó a su hijo (que no, que no se lo quitó, Damian decidió quedarse con su padre) y llevar a cabo su iniciativa criminal Leviathan, que está enfocada a acabar, especialmente, con la ciudad de Wayne: Gotham.
No existen en esta novela gráfica la intervención de los criminales típicos de este personaje de DC, es decir no hay Joker, no hay Pingüino, no hay nada, excepto el combate de parte de todos los Batman y los ex Robin Nightwing y
Batwing y etc. que se unen a la iniciativa para luchar contra Leviathan, que además, ha creado otro clon de Batman, mejorando al mismo Damian (que sí, fue bebé de probeta), con la finalidad de matar a Batman y, de paso al mismo Damian (que en algunos momentos parece que el objetivo fuese al revés, matar a Damian para que Wayne pierda la cordura).
Llega el momento en que Talía logra poner contra las cuerdas a Bruce y, una vez más, el caballero oscuro termina siendo un fugitivo de la ley, al saberse que todo se trata de una vendetta personal de la muchacha contra el gran Batman y la iniciativa de Batman Inc, termina siendo disuelta para evitar los problemas que se generaron inicialmente por éste. Sin embargo, claro está, estos problemas se sostienen a lo largo de toda la novela, con las respectivas dosis de sentimentalismo y comicidad que convierten a esta saga en una verdadera obra de arte.
Todos los problemas acaban con la "muerte" de Talía a manos del servicio
secreto inglés (el servicio secreto del servicio secreto, se entiende) que termina recibiendo una bala y siendo enterrada junto a su hijo Damian, quien, en el epílogo, desaperece de su tumba, junto con la mismísima Talía, lo que da la idea clara de que las cosas no terminan tan fácilmente, sobre todos porque el padre de Talía: Ras Al Gul, ha creado un ejército de clones, luego de liberarse de la prisión que su misma hija Talía había ideado para él.
Con los trazos de varios artistas, la novela resulta entretenida y llena del poderío del, aún, infalible Batman y no puedo menos que recomendar la lectura de Pe a Pa de esta maravilla de DC. Lo admito, no puedo ser muy objetico cuando se trata de Wayne y compañía, pero créame, este personaje resulta por demás hipnotizante y sus aventuras una verdadera delicia. Así que si puede LÉALO que seguro, seguro, no se va a arrepentir!!
sábado, 4 de octubre de 2014
Sábado de vídeo
El final de una raza, de manera brutal, sin aviso alguno, sin esperanzas y con un final un tanto inesperado. Cortito, muy cortito, pero con la sustancia necesaria.
Sonría, es sábado :)
Sonría, es sábado :)
viernes, 26 de septiembre de 2014
Viernes de vídeo
Uno de esos vídeos hechos por fans que saben lo que están haciendo. Un corte levemente cómico de un día en la vida de un orco de La Tierra Media:
Sonría, es viernes :)
Sonría, es viernes :)
viernes, 19 de septiembre de 2014
Viernes de vídeo
Pues qué le digo, hay malos artistas, artistas regulares, artistas buenos, artistas muy buenos, artistas excelentes y después viene Joe Fenton:
Sonría, es viernes :)
Sonría, es viernes :)
jueves, 18 de septiembre de 2014
Rayuela - Julio Cortázar
A Rayuela no se puede llegar tarde. Una novela que, por cierto, no tiene nada que ver con uno de sus resúmenes, es en realidad un enorme compendio de erudición, amor parco, metáforas y símiles sin pretención, anti-lugares-comunes, tratados psicológicos de sus personajes, lecciones de geografía francesa, clases sobre jazz... en fin, y como dijo el mismo Cortázar, el incluyó TODO en una novela.
Horacio Oliveira es el personaje principal de la historia, que en la primera parte del libro se encuentra en Francia y en la segunda parte está en la Argentina. La Maga (Lucía de nombre real) es el amor no comprendido de Horacio, no comprendido por no saber realmente que es su amor y dejarlo escapar por ser, como casi cualquier ser humano, un dechado de desgracias y miserias.
Oliveira es, sin embargo, alguien con un paso adelante de la mayoría de nosotros, pues él sabe lo que es y no intenta cambiarlo, no necesariamente porque esté a gusto con lo que es, si no porque el cambio no sería otra cosa que una acumulación de lugares comunes, que él sabe que no lo sacarían de su eterno no buscar, pero encontrar.
Un hijo muerto (Rocamadour), un club de intelectuales que gustan discutir sobre la filosofía incomprendida del escritor Morelli, un retorno a la Argentina para encontrarse con su viejo amigo Traveller, una confusión entre Talita (novia de Traveller) y la Maga una serie de capítulos prescindibles (según el mismo título de la tercera parte), llenos de parodias y desmentimientos a capítulos anteriores... Rayuela es en realidad y sin duda, una de esas novelas que no puede dejar de leerse.
De las mejores novelas? No sabría decirlo. De las que más me han gustado?... pues sí, lo que no implica, claro está, que sea de lo mejor que se ha escrito, pero esa opinión no solo la tengo yo, que esta potente novela es considerada incluso un clásico latinoamericano.
Sea cual sea la opinión que un simple mortal (léase un servidor) tenga sobre la novela, usted DEBE LEERLA para formarse su propia opinión.
viernes, 5 de septiembre de 2014
Viernes de vídeo
De la admiración a la envidia (que dicen que no existe buena envidia, yo digo que no existe ni buena ni mala, solo existe envidia) y del WOW al o__O, este es el viaje de un cuaderno de bocetos y de sus indiscutiblemente talentoso propietario Jirō Taniguchi:
Louis Vuitton Venice Travel Book by Jirō Taniguchi from Nadia M on Vimeo.
Sonría, es viernes:)
Louis Vuitton Venice Travel Book by Jirō Taniguchi from Nadia M on Vimeo.
Sonría, es viernes:)
sábado, 30 de agosto de 2014
Podcast 6. Por qué existe el trabajo?
Pues les comparto una serie de reflexiones que hicimos acerca de la pregunta que da origen al podcast en una de esas ruedas de amigos en las que cada tema lleva una carga de locura:
Y si por una de esas cosas quiere bajar el archivo, puede hacerlo del siguiente link:
https://dl.dropboxusercontent.com/u/59166381/podcast%207%2030-8-2014.mp3
Sabe que, como digo en el podcast, me gustaría conocer sus respuestas, a ver si se anima a compartirlas aquí o en correo electrónico o en las redes sociales :)
Y si por una de esas cosas quiere bajar el archivo, puede hacerlo del siguiente link:
https://dl.dropboxusercontent.com/u/59166381/podcast%207%2030-8-2014.mp3
Sabe que, como digo en el podcast, me gustaría conocer sus respuestas, a ver si se anima a compartirlas aquí o en correo electrónico o en las redes sociales :)
viernes, 29 de agosto de 2014
Viernes de vídeo
Yo, con este, pasé con una sonrisa de idiota durante casi 4 minutos:
Game of Thrones, Season 4 – VFX breakdown from Rodeo FX on Vimeo.
Sí, lo sé, también soy adicto a GOT
Sonría, es viernes :)
Game of Thrones, Season 4 – VFX breakdown from Rodeo FX on Vimeo.
Sí, lo sé, también soy adicto a GOT
Sonría, es viernes :)
viernes, 22 de agosto de 2014
Viernes de vídeo
Uno de esos artistas que pintan y uno no logra adivinar de qué va lo que pinta hasta el último segundo:
Cortito, pero con ese toque de sorpresa que es tan bueno.
Sonría, es viernes :)
Cortito, pero con ese toque de sorpresa que es tan bueno.
Sonría, es viernes :)
sábado, 16 de agosto de 2014
Cómics y mangas poco comunes
The Sandman presents Love Street
Pues qué le digo, es uno de los
tantos forks que salieron luego del maravilloso éxito de The Sandman
de Neil Gaiman. Este no es precisamente malo… pero no es ni lejos
algo excesivamente bueno. Es una historia que se desarrolla en el
futuro de Alex Burguess, cuando recién ha capturado a Sueño de los
eternos (Morfeo, Oneiros, Dream Weaver, etcéctera) y que hace una
reunión para recaudar fondos y en la que un grupo de jóvenes se
reúnen para aprender del gran maestro, pero que se llevan el susto
de sus vidas al ver como una de sus compañeras, Pamela, es poseída
por un ente que sospechan es una especie de demonio, pero que no es
más que un sueño que desea rescatar a su señor.
El verdadero meollo del asunto no se
da en el tiempo descrito en el párrafo anterior, sino en el futuro,
cuando aquellos jovenzuelos son ya viejos… o casi, pues nos
encontramos Ravy, un personaje que vemos en la historia original de
The Sandman, representando al indio inmortal que al ser traicionado
huye por el mundo y que vemos en el barco de una de las historias que
se encuentra en la posada el final del mundo; otro de los personajes
conocidos es, ni más ni menos que John Constantine, que es quien se
encarga de reunir al grupo en el futuro adulto de éstos.
El motivo de la reunión es el
temor, pues el sueño que poseyó a Pam, les advirtió que al morir
la portadora, ella iría por cada uno de ellos y en ese futuro adulto
de los protagonistas, Pam está muriendo.
Todos hacen por reunirse, excepto
Ivan, el que en su tiempo de juventud era el novio de Pam y que
estaba presente (sexualmente hablando) en el momento de la posesión.
Finalmente, a través de un recuerdo
de dos de los personajes, se deduce que en el momento de la posesión,
tanto Pam, como Iván, como el sueño (de nombre Urraca, por cierto),
quedaron unidos gracias a un hechizo lanzado por uno de los miembros
del grupo de amigos, que quiso ayudar, pero en realidad solo empeoró
las cosas.
Así pues, el lío y el temor son la
clave, pues todos temen la amenaza de Urraca hecha años atrás y que
está a punto de llevarse a cabo.
Ahora bien, el librito de tres tomos
se llama The Sandman presents… y Sandman, el gran personaje, el
gancho de esta novelita, se ve en tres páginas… TRES y nada más.
No se equivoque, la historia está
muy bien contada, las transiciones temporales están bien logradas,
además del soberbio trazo Michael Zulli, pero es que en realidad
estos “spin offs” derivados del maravilloso trabajo de Neil
Gaiman solo se aprovechan del tema “The Sandman” para vender
historias que no tratan exactamente del dios del sueño, sino de
historias totalmente derivadas (lo sé, lo sé, es precisamente un
spin off) que en el mejor de los casos muestran a Oneiros de una
forma vaga, sin hacer referencia ni siquiera disimulada a este gran
personaje.
En todo caso, tal y como ya expuse,
es una historia bien contada, así que si quiere leer una buena
historia, sin hacerse ilusiones de encontrar una historia que no se
sabía sobre Morfeo, pues entonces anímese a leerla. De lo
contrario, mejor espere que Neil Gaiman siga escribiendo una historia
de El Tejedor de Sueños que sí lo tiene a él como personaje
principal (entiéndase The Sandman Overture)
Suerte
viernes, 15 de agosto de 2014
Viernes de vídeo
Desafortunadamente es demasiado corto, pero tal vez esa sea la razón por la que resulta tan hipnótico.
Se llama Mother y es una belleza:
Mother from Fabrice Le Nezet on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
Se llama Mother y es una belleza:
Mother from Fabrice Le Nezet on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
sábado, 9 de agosto de 2014
Cómics y mangas poco comunes
Una historia llena de fantasía, un amor fallido y temores supersticiosos de musulmanes, cristianos y montañeses con enorme cantidad de dioses y seres mitolígicos variopintos.
El Ciclo de Irati se compone de 3 volúmenes publicados a lo largo de más o menos 3 años y que se unen en una novela gráfica de 144 páginas que no decepciona.
Siendo engendrada por una lamia y un montañés, Irati es una combinación interesante, pero que, por desgracia, no logra uno compenetrarse al 100% ni de sus poderes ni de su misión en la vida.
Eneko, un cristiano destinado a convertirse en el líder de las montañas, conoce a Irati luego de ser herido por musulmanes y de ser rescatado por la susodicha y curado por ella y Luxa, una vieja que ha vivido con Irati desde la muerte de su madre.
Irati ha continuado la construcción de un castillo que iniciase su madre, que serviría para albergar al futuro rey de todos los hombres y las criaturas de esos bosques, otro de los temas que quedan implícitos, por desgracia, dentro de la historia.
El amor que nace entre Irati y Eneko los lleva a luchar el uno por el otro, pero al final, puede más (o eso parece) el interés de Eneko por un medallón que le garantiza su reinado, que el presunto amor por Irati.
Es una historia interesante, aunque medianamente bien contada, pues da la impresión que el tiempo que se lleva un libro con el otro (son 3 volúmenes escritos en diferentes años) deja varias lagunas inconclusas o acabadas con excesiva rapidez. Aunque hay que admitir que el dibujo evolucionó bastante y el trazo se vuelve más maduro, al mismo tiempo que el coloreo se torna más experta... aunque tal vez con el defecto de ser digital (cosa que no puedo asegurar)
Pero en fin, que no es mala del todo y que es recomendable que le eche una buena lectura, en caso de que pueda conseguirla (impresa, de preferencia) y disfrutar del paso de las páginas, pero si, como en mi país, los cómics son una rareza (sobre todo si son "underground"), no puede conseguir el original, puede bajarlo del siguiente link:
http://comicalt.blogspot.com/2014/01/el-ciclo-de-irati.html
LEA, EL CONOCIMIENTO ES PODER!!!
viernes, 8 de agosto de 2014
Viernes de vídeo
Este podría llamarse los pros y los contras de los viajes en el tiempo, un fulano que viaja en más de un par de ocasiones en el tiempo, para advertirse a sí mismo de algo.
Time Travel Lover from Elisha Yaffe on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
Time Travel Lover from Elisha Yaffe on Vimeo.
Sonría, es viernes :)
sábado, 2 de agosto de 2014
Podcast 5. La violencia en el país. Preguntas y respuestas
En este podcast doy respuesta a un par de dudas y comentarios sobre el podcast anterior en el que hablaba sobre la violencia en El Salvador:
Por si desea bajar este podcast en formato mp3, puede hacerlo desde el siguiente link:
https://dl.dropboxusercontent.com/u/59166381/podcast%205%2002-7-2014.mp3
Por si desea bajar este podcast en formato mp3, puede hacerlo desde el siguiente link:
https://dl.dropboxusercontent.com/u/59166381/podcast%205%2002-7-2014.mp3
viernes, 1 de agosto de 2014
Viernes de vídeo
Lo sé, es un anuncio comercial, lo sé, es una propaganda... PERO VEA USTED QUE BELLEZA!!
No lo pude resistir y le traigo esta belleza:
Sonría, es viernes :)
No lo pude resistir y le traigo esta belleza:
Sonría, es viernes :)
sábado, 26 de julio de 2014
Sábado de vídeo
Cortito, desafortunadamente, mudo... todavía más desafortunado :( pero un tanto hipnótico un vistazo rápido y explicado de la entrada/salida de los satélites geosincronizados. Confieso, en mi niñez, pese a que mi padre y mi madre me explicaron que no, yo siempre quise pensar que eran naves de otro planeta que nos visitaban XD, en fin, 2 minutitos y una leve explicación visual, que con todo y todo, no me quitan la ilusión ;)
Geosynchronous satellites entering and leaving Earth's shadow from fercapa on Vimeo.
Sonría, es sábado :)
Geosynchronous satellites entering and leaving Earth's shadow from fercapa on Vimeo.
Sonría, es sábado :)
viernes, 11 de julio de 2014
Viernes de vídeo
Dream Life of Paper from 1984 London on Vimeo.
Este es uno de esos vídeos en que, durante 4 minutos, uno se relaja y disfruta de una explosión de belleza visual, explosiones de colores a mansalva y provocan una sensación de haber uno presenciado algo hermoso. Quítele el amor a un poco más de 4 minutos y dese el gusto de disfrutar.
Sonría, es viernes :)
Este es uno de esos vídeos en que, durante 4 minutos, uno se relaja y disfruta de una explosión de belleza visual, explosiones de colores a mansalva y provocan una sensación de haber uno presenciado algo hermoso. Quítele el amor a un poco más de 4 minutos y dese el gusto de disfrutar.
Sonría, es viernes :)
sábado, 5 de julio de 2014
Sábado de vídeo
Hay pocas cosas de la humanidad que yo puedo decir que me impresionan de forma positiva, esta, sin duda alguna, es una de ellas, vea usted el arte desplegado por el caballero durante 8 grandiosos y espectaculares minutos:
Sonría, es sábado :)
Sonría, es sábado :)
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