martes, 29 de enero de 2008

¿Alguien se une?

El día de ayer vi a un adolescente con una de las camisetas más geniales que he visto.

Hoy que esas "Alianzas" sin mucho sentido están de moda, he aquí una a la que, en definitiva, me uniría.


¿Ustedes se animarían?

Update: Como verán, le he cambiado los colores, para que todo el que se quiera unir no se sienta intimidado o bombardeado subliminalmente por los colores.

viernes, 25 de enero de 2008

Piratería, millones y Linux

Según la BSA (Bussiness Software Association), se ha "perdido" en concepto de piratería de software, un total de $18,000,000.00. Por otro lado, el hecho de que ostentamos un nada despreciable primer lugar a nivel centroamericano en cuanto a la piratería de software, el segundo lugar a nivel latinoamericano y el tercer lugar a nivel mundial (y luego dicen que no podemos ser primeros en nada, chúpate esta) habla de todos los "trabajos" que se toman algunas personas en hacer copias de software de carácter privativo.

Si bien es cierto, esto no es precisamente un motivo de orgullo, lo cierto es que tiene algo de lógica, si nos ponemos a pensar en las implicaciones que tendría para la gran mayoría, trabajar en un sistema operativo propietario (como M$ Windows), teniendo que pagar. Me explico:

Los precios de la última versión del sistema operativo Windows, el Vista, que tantas decepciones ha causado, y que por cierto parece que ha hecho trabajar "a la carrera" a las personas de Microsoft para sacar pronto la siguiente versión, que en teoría será mejor que la actual. En fin, los precios son los siguientes:

* Vista Business: $300
* Vista Business Upgrade: $200
* Vista Home Premium: $240
* Vista Home Premium Upgrade: $160
* Vista Home Basic: $200
* Vista Home Basic Upgrade: $100
* Vista Ultimate: $400
* Vista Ultimate Upgrade: $260

Visto lo anterior, veamos lo siguiente:

Según los "Vaticinios" del aumento de la Canasta Básica no son nada prometedores para nosotros este año que recién comienza, pues sólo en la zona rural (que es un poquito más barato, al menos en algunos lugares), pasó de $97.61 a $ 114.55.

Por otro lado, si pensamos en que, por supuesto, no todo el mundo puede darse el lujo de tener una computadora en su casa, podríamos poner la media del salario de una persona con computadora en unos $550.00, repito, tomando en cuenta a una persona que se mantiene con sus propios recursos y además tiene computadora propia (pongo esta media, aclaro, siendo atrevido y tal vez un poco falso, siendo que, de hecho, debería fijarla en unos $650.00, pero, en fin, digamos que $100.00 menos está bien)

Lo cierto es que, para muchos, la computadora no es precisamente un lujo, y habemos personas que, de uno u otro modo, le sacamos lucro (aunque sea de vez en cuando) al aparatito este.

Ahora bien, si hacemos un "cruce de variables" y analizamos el costo de la versión más barata del sistema operativo arriba mencionado, el costo es de $200.00; si le restamos esta cantidad al salario citado anteriormente, nos queda un remanente de $350.00; si a esto le restamos los, aproximados $175.00 de la canasta básica, nos quedan $175.00; a esto podemos restarle, digamos, $15.00 de pasaje, y aproximadamente $130.00 de descuentos varios de ley (ISSS, AFP, etc); hace un hermoso total de $30.00, de los cuales podemos hacer uso para cualquier emergencia.

Si bien es cierto este gasto no ha de hacerse todos los meses, lo cierto es que, en primer lugar, en muchas ocasiones no se tiene ni para hacerlo una vez cada dos o tres años y, por otro lado, estamos hablando exclusivamente del sistema operativo, y no hemos tomado en cuenta toda la paquetería que se utiliza (procesadores de texto, hojas de cálculo, bases de datos, etc.). Pues para hablar de esto, tendríamos que hablar de una cantidad bastante más grande de dinero.

La verdad sea dicha, no es ningún orgullo tener los primeros lugares de "piratería", pero tampoco podemos equiparar ni nuestros sueldos, ni nuestra situación, con los que se tienen en Estados Unidos, lugar en donde se "producen" originalmente los productos mencionados y lugar de donde vienen, bajo los mismos precios, los susodichos programas.

La situación se vuelve aún más patética, si nos ponemos a pensar que toda esta lucha en contra de la piratería, además de ser presión por parte de las empresas, se ha convertido en un asunto de honor de las autoridades, que pretenden que todos tenemos la capacidad de pagar los precios anteriormente mencionados.

Sin embargo, todo lo anterior tiene una fácil solución, si es que no tomamos en cuenta lo que se dijo acerca de la inversión de empresas en nuestro país, siendo que, con dichas declaraciones, se dio a entender que sólo el software de carácter privativo, tiene futuro y tiene cabida en nuestro país. En fin, la solución sería, utilizar un software de carácter no privativo en términos generales, o, al menos, en su gran mayoría, como Linux y todos los programas diseñados para este sistema.

Algún problema, pues sí. Los señores de Microsoft han logrado "amarrar" a muchas de las instituciones y empresas de nuestro país, haciendo que sus sistemas, redes y etcétera, estén "optimizadas" para Windows y haciendo, entonces, demasiado cara la migración a otro sistema operativo alternativo como Linux.

Solución: hacer que cada empresa o institución haga un estudio, como muchos casos europeos, para hacer una comparación entre ventajas y desventajas de migrar a otro sistema operativo. Si esto se hiciera, casi seguramente, la gran mayoría tomaría la decisión de migrar y las escuelas tomarían la decisión de enseñar sobre una plataforma libre, en la que los pagos por "propiedad intelectual" no existen.

De esta forma, además, se evitarían páginas que sólo corren en Internet Explorer, navegador incluido en las versiones de Windows y que abundan en fallos, incluso, aquellos en los que se evita el acceso a ciertas páginas, como la maravillosa Terminal, de nuestro querido amigo JC

Si bien todo esto no deja de ser una idea quijotesca, no sería malo que todos nos diésemos cuenta de las ventajas reales (no las de "orgullo geek") puede ofrecer el cambio de un sistema operativo a otro. Si esto se hiciese, seguramente los puestos en el "rankin" de la piratería, bajarían de forma sensible y no habría necesidad de ver a tantos y tantos funcionarios de gobierno hablando de las pérdidas económicas y de la vergüenza que todo esto representa para nosotros.

lunes, 21 de enero de 2008

Conversación en la catedral

Una vendedora anuncia con toda la potencia de su voz 13 plátanos por el dólar; un niño juega con un barquito de papel en un charco pestilente a la orilla de la calle; hay dos filas de autobuses esperando a que las personas se suban y hay un congestionamientos enorme ocasionado por dichos autobuses; un indigente pide limosna sobre la otra acera, sosteniendo un vaso de durapás en la mano mientras el sol le quema sin compasión mientras levanta el vaso.

Mientras espero el autobús, una voz comienza una plática sin yo buscarla:

- Estos buseros son un problema – me dice la voz del hombre que está junto a mí
- Sí – le contesto yo con un poco de desgano, mientras oteo el horizonte buscando el autobús
- ¿De trabajar? - me pregunta y yo comprendo que no tengo otro remedio más que continuar la conversación
- Sí, ya casi voy para mi casa, pero tengo que ir a pagar unas cosas, ¿ y usted?
- Yo a comprar unas cosas antes de ir a trabajar, es que soy seguridad en una fábrica.

Sin yo indagar más, el hombre comienza a dar una larga explicación, como si jamás la hubiese dado a nadie más, o como si siempre diese esa explicación a cualquiera, aunque no se le pidiese.

-Después de la guerra uno ya no sabe qué más hacer. Fíjese que a mí me llevaron al cuartel cuando estaba bien joven y me mandaron al monte bien temprano, así que me acostumbre a andar en el monte. Así que cuando la guerra terminó, yo no hallé que más hacer, así que me hice seguridad.
- ¿Y desde cuándo es seguridad? - le dije yo, ahora más interesado en la conversación
- Pues desde hace como 13 años, porque cuando salí del cuartel me fui a Analquito que es donde vive mi mamá, casi sólo a verla morir llegué, porque estaba bien enferma, así que me quedé viviendo con una mi hermana que era la dueña de la champita en la que vivía mi mamá, pero ya cuando uno sale del cuartel está acostumbrado a otras cosas y yo no aguanté estar con mi hermana mucho tiempo, así que me vine a San Salvador a estar con uno que había sido cabo para cuando yo andaba por allá, y que me había dicho que él me podía conseguir trabajo aquí en la capital.
- ¿Y le consiguió el trabajo? - le pregunté yo, ahora ávido de conversación.
- Pues fíjese que ese fue el problema – me dijo – cuando yo llegué a buscarlo me salió bien contento, que nada menos al día siguiente tenía un trabajo para mí, así que yo bien contento también porque ya tenía trabajo y no iba a estar esperanzado a mi hermana y el marido que tan mal me caía. Pero la cuestión fue al día siguiente cuando supuestamente iba a ir a trabajar. Llegaron otros cheros al lugar y empezaron a decir que a las 10 de la mañana, así que se fueron a un cuartito de la casa y empezaron a sacar armas. Cuando yo las ví me imaginé un trabajo de seguridad y le digo al cabo: “Mirá pero yo de seguridad no quiero vos, ya no”. Y que se pega la gran carcajada el cabo. “Vos sí que sos pendejo” me dijo “seguridad mis huevos, ¿no sabés lo que vamos a ir a hacer, me vas a decir?” Y yo, algo ahuevado le contesté que no. “A la gran puta con vos, a furgonear, hombre, alistate” Y como a saber que cara le hice, se me quedó viendo bien bravo. “Y le hacés huevos porque no quiero andar chinchineando a nadie” “No jodás” le dije yo, ya algo bravo, “cuando me dijiste trabajo, yo decía honrado cabrón, no andar jodiendo a nadie” “A pues comé mierda”, me dijo y salió con los otros “y cuidadito con decir algo cabrón, si no querés que te ajusticiemos” Y cuando salió me apuntó con el fusil y yo dije este cabrón me va a matar, pero sólo me hizo el mate y se fue. Yo salí con ellos con la cabeza baja, corriendo de ahí sintiendo que ya me gritaba que me iba a hacer la ley fuga, más que ese cabrón había sido de los malditos del Bracamonte.
- ¿Y usted ahí estuvo? - le pregunté yo.
- Sí, si después del entrenamiento pedimos que nos transfirieran para allá.
- ¿Por qué? - pregunté yo.
- Porque era el batallón que más apoyo tenía – me dijo – todos queríamos ir para allá, porque sabíamos que nos iban a tratar mejorcito que en el cuartel en donde nos habían metido.
- Mire – le dije yo un tanto temeroso de que la conversación terminara por mi comentario – pero dicen que en ese batallón sólo matarifes habían, ¿será cierto?
- Síiiiiiii - me dijo él como aceverando una verdad por demás obvia – si ahí sólo de esos habíamos.
- ¿Y lo del Mozote es cierto? - le dije yo como asumiendo ignorancia total.
- Es que como la orden era matar al que encontráramos – me dijo él – porque ya nos había pasado unas veces que encontrábamos a gente milpeando y en cuanto habíamos pasado nos rafagueaban, así que la consigna era esa, encontrábamos a alguien y nos lo despachábamos, eran ellos o nosotros.
- ¿Y su chero el cabo? - le pregunté por curiosidad.
- Pues me enteré de que se lo habían quebrado, sólo me llegó el chambre por medio de un cipote que andaba con ellos, que recién había entrado al cuartel cuando nos tocó salirnos. Y fíjese que ese fue el problema. Muchos de los muchachos de aquel encontes se dedicaban a andar robando y matando porque no les quedaba de otra... no sabían hacer otra cosa y los otros se dedicaron a eso porque les hacía falta la guerra. La verdad que uno queda acostumbrado a esa vida.
»Vaya, al fin viene la animala esta – me dijo y caminó un paso para hacerle señas a un microbús que se acercaba – es que a esta hora se tardan un mundo en venir, como casi no viene gente...

Y sin más, se subió al microbús, dejándome a mí a merced de fantasmas que creía olvidados, triste, sintiéndome solitario, traicionado, traidor y haciéndome confirmar que, en definitiva, la humanidad no merece la existencia.

jueves, 17 de enero de 2008

Para Eva

Una canción que siempre le he dedicado, ella sabe por qué, ella sabe cuánto, ella sabe... ella siempre sabe.

lunes, 14 de enero de 2008

Análisis Transaccional y nosotros Parte I

Según Eric Berne existe una forma de comunicación fundamental entre el hombre, su alrededor y su yo (o yos) interno(s) de cada uno de los seres humanos. A esa unidad básica de comunicación se le llama “transacción” y al análisis de estas unidades de comunicación se le llama Análisis Transaccional, creación del señor Berne.

El Análisis Transaccional (AT), se ha empleado en una gran cantidad de campos de la vida del hombre, desde psicoanálisis, hasta organización empresarial.

El análisis transaccional se basa en la comunicación del hombre con los alteregos de cada uno de nosotros, tanto a nivel totalmente personal como a nivel de grupo. Según la teoría del AT, cada uno de nosotros, poseemos tres alteregos (ninguno de ellos es el Carlos Trío, lo siento compadre), a saber:

  • El Yo niño: el yo que se encarga de los sentimientos, deseos y necesidades, tantos propios como ajenos.

  • El Yo adulto: el yo que se encarga de la resolución de dificultades, toma de decisiones, etc.

  • El Yo Padre: el yo que se encarga de “indicar” a los demás la forma en la que las cosas deben hacerse, protege y provee.


La forma en la que cada uno de nosotros, o mejor dicho, la forma en la que cada uno de nuestros yos actúa o sale a relucir en un momento determinado, determina la forma en la que nos comunicamos, interactuamos, terminamos conversaciones o incluso iniciamos peleas con los demás o, a veces, con nosotros mismos.

El señor Berne decía que todos llevamos dentro la capacidad creativa de modificar nuestras vidas, si tomamos en cuenta que la comunicación, tanto interna como externa, es la que realmente determina la forma en la que hemos de llevar nuestras vidas, así como la forma en la que aprendemos de los demás y de nosotros mismos en el transcurso de nuestras vidas.

Siendo la comunicación una de las partes fundamentales del desarrollo de cualquier ser humano, la forma en la que nuestros YOS toman protagonismo se vuelve verdaderamente vital.

El meollo del asunto está en la forma en la que nosotros mismos tomamos el control de las intervenciones de nuestros otros YO, pues puede darse el caso, como casi siempre ocurre, que en un momento álgido de una “transacción”, el YO que “no debe” toma el control y se inicia una pelea o discusión, poniendo fin a la comunicación.

Analizando las definiciones, podemos darnos cuenta que el YO niño se encarga en gran medida de la parte subjetiva de nuestro ser, por consiguiente, no se puede encargar éste de un diálogo en el trabajo, en el que, en definivita la relación YO adulto-YO adulto es la que debe imperar.

Mismo caso se da cuando en nuestras vidas sentimentales se intenta “enseñar” a nuestra pareja la verdadera forma en la que se deben hacer las cosas, permitiendo que nuestro YO padre se encargue de las “transacciones” en un momento en el que, de hecho, nuestro YO niño debería hacer acto de presencia (me imagino la cara de algunos de ustedes al leer esto del YO niño, pero tiene todo el sentido del mundo si pensamos en lo que acabo de escribir sobre la relación YO niño-subjetividad humana)

Extendiéndome un poco en esto de las relaciones de pareja, uno de los grandes problemas de la gran mayoría es, precisamente, intentar ser, o bien el Padre (entiéndase que hablo Padre o Madre) de la otra persona, cuando lo que en realidad se necesita son personas cuyos YO niño estén ávidos de ser saciados en cuanto a necesidades, sentimientos y deseos. Esto aplica, incluso, a la hora de sostener una plática de “adulto a adulto” con nuestras respectivas parejas, pues el hecho de intercambiar razonamientos, no implica el deseo de no querer una caricia o una sonrisa o una palabra cariñosa.

Por otro lado, la comunicación entre dos Yo adulto se ve interrumpida cuando, en medio de un diálogo o debate, nuestro YO padre intenta enseñarle al otro(a) lo que “realmente” es. O cuando nuestro YO niño se ve en la necesidad de ganar la competencia a como de lugar, sin dar paso a ningún razonamiento por parte de nuestro YO adulto, que jamás debió haber perdido el control de la situación en primer lugar.

COTINUARÁ...

sábado, 12 de enero de 2008

Hablando de errores de "licotimia"

Para variar, este post iba a hablar sobre otra cosa, totalmente diferente, pero YouTube se me atravesó en el camino.

Que puedo decir, LesLuthiers son sencillamente fabulosos y este monólogo de Daniel Rabinovich es algo que siempre que lo veo o lo escucho me alegra el día.



Espero que les haga el día, tanto como lo hace para mí.

martes, 8 de enero de 2008

Technorati

Convencido, convencido, lo que se llama convencido,... pues no, pero, en fin.

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Cuentos de la rebusca 1

Hola a todos.

Lamento mucho la ausencia, pero es que he estado un tantito ocupado. Sin embargo y cayendo un poco en los clichés "Año nuevo, vida nueva" y me propongo estar escribiendo al menos 2 veces por semana, espero que me sepan entender si no lo logro, aunque mi testaruda y escasa razón dice que sí puedo.

Este post es el primero de muchos, pues quiero compartir con ustedes una serie de historias propias que decidí convertir en cuentos ridículos, espero que les gusten. La serie de cuentos se llama Cuentos de la rebusca y es parte de un doble trabajo, junto con otro que se llama Cuentos desde el Desempleo, que espero también compartir con ustedes amigos míos en un futuro.

El primero de los cuentos de la rebusca es, por supuesto sobre mi primer trabajo, espero lo disfruten:

Mi primer trabajo... mi primera comida

Corría más o menos 1990 cuando me dio por ver si alguien quería tener como trabajador a un menor de edad que era muy bueno... para no hacer nada.

Tenía yo como 15 años echados a mi calendario y un exceso de falta de ganas de ser productivo, sólo equiparable a la abundancia de vacío en mis bolsillos, lo que no era bueno ni para mis deseos, ni para los deseos de mi madre de verme ganando dinero... para que ella pudiese echar mano del suyo propio.

Yo, de alma por demás aventurera, pero de cuerpo y mente por demás holgazanes, decidí que, como fuese, algo había que hacer en el período de mis vacaciones de segundo año de bachillerato, año que prometía ser la antesala del final de un calvario que pasara después, a ser una de las más grandes añoranzas de este servidor.

Mi padre, hombre ejemplar como el que más, con contactos en muchas de esas organizaciones no gubernamentales que intentan siempre estar a flote por obra y gracia de la colaboración extranjera, claro, siendo que la nacional se destina a llenarle el buche a los pollitos necesitados de amor, de esos que se llaman magistrados, diputados y otras series de “ados” de cuyo nombre no quiero acordarme. En fin, y puestos de nuevo en el camino, comencé trabajando como “digitador voluntario”, léase “que no gana ni un quinto” en una de esas organizaciones, misma en la que aprendí a utilizar uno de esos programas para computadora que son tan viejos que ya nadie los recuerda. Por alguna razón me gustó lo de teclear y teclear por algunas horas, y le fui agarrando cariño al asunto, de tal suerte que, o por lástima o por hastío, vinieron en darme el trabajo remunerado en la jugosísima cantidad de 200 colones (obsérvese el uso de esa palabra arcaica que designaba una tal moneda aventurera que alguna vez estuvo en circulación por estos lares, como si no supiese que el dólar había sido siempre el guardián de todo lo bueno y cordial de las relaciones entre nuestro país y esos angelitos de candor de más al norte). Misma cantidad que me armó de valor para pagar un almuerzo en uno de los comedores de los alrededores. Ah, como recuerdo ese día en el que entré en el comedor, henchido de orgullo, sintiendo doscientos colones (sí, repito, colones) que me quemaban los bolsillos, ansiosos por ser utilizados por su, en aquel entonces, propietario. Pues véanme a mí, entrando en aquel lugar lleno de caras de trabajadores por demás cansados de una mañana llena de azotes laborales, sintiéndome un John Wayne laboral, entrando en la cantina en busca de un plato de sopa de frijoles de lata. Pues bien, allá iba yo, caminando a la mesa térmica, llena de los más agraciados manjares que un trabajador joven que recibe su primer sueldo quiera consumir. Era todo un espectáculo de contemplación, observar aquellas bandejas preciosas adornadas por algunas moscas que, oh imprudentes animales, había pasado a mejor vida por querer alcanzar algo que de aquellos platos pudiesen sacar de provecho. Y mientras observaba yo aquella matanza sin sentido, que se acerca a mí una señora con cara de semilla de mango verde (por lo amarga, pues) que me pregunta con toda la dulzura de la que ella fue capaz (por favor regrese usted un par de palabras y vea la comparación de la cara con cierta parte de un fruto y luego imagínese usted el tono):

“¿Que le sirvo niño?”.

Yo, pobre ignorante de las especialidades culinarias de las que eran capaces aquellas personas, no acerté a descubrir los nombres o los ingredientes de los que aquellos platos hacían gala... de ocultar.

“Y eso, ¿qué es?” - pregunté con un poco de temor por las represalias a las que podía hacerme acreedor por mi ignorancia.

La señora, que al parecer estaba más que habituada a las dudas frente a sus manjares me empezó a señalar con un dedo terminante cada una de las bandejas.

La primera bandeja contenía una sopa de hueso que no parecía sino que habían amarrado el hueso a un lazo y lo habían remojado en el aguachirle que me señalaba. La segunda bandeja era de un bistec encebollado que tardé en reconocer como parte de un animal muerte, pues parecía más una parte de automóvil de esas que no conozco. La tercera bandeja era una masa amorfa de color indefinido que la señora tuvo a bien definir como picado de carne con vegetales, mismos que no probé por respeto a las buenas almas que debieron haber sufrido en la preparación de aquel plato, y finalmente unos bultitos blanquecinos con aspecto de pocos amigos, que dieron en llamar papas con crema, misma que en realidad parecía agua enharinada... con muy poca harina. Terminé decidiéndome por la sopa, sintiéndome un temerario por probar aquello sin ninguna preparación o entrenamiento previo, pero mi orgullo me decía que aquella era la merecida recompensa por todas las horas de teclea, teclea, teclea.

Y heme ahí, pues, con un plato de agua con color indefinido sobre una mesa de ejercicio, que así me dio en bautizarla por el vaivén de los brazos de todos los comensales con tal de no permitir a ninguna mosca acercarse, ejercicio que califiqué de encomeable pues de aquella forma las pobres moscas no pagarían los platos rotos de aquella comida. En fin, empecé por mover un poco aquel líquido que no por ser indefinido estaba frío y oh sorpresa, encuentro una papa exploradora de terrenos yermos. Mi felicidad era grande, pues parecía ser yo un afortunado en la tierra de la desolación. En fin, con mi papa triunfal, comencé a atacar la que, después del tubérculo había pasado de ser UNA SOPA y no el agua coloreada que había recibido por primer nombre.

Finalicé la sopa sin acertar a darle un nombre al sabor que de ella obtuve y sin saber la verdadera consistencia de la papa que me alegró la vida. Salí del lugar sin estar plenamente seguro de si lo que sentía era aquel orgullo enorme de hacer las cosas por uno mismo y que le hace a uno sentir el vacío en el estómago que caracteriza la satisfacción de los logros propios, o si era que la sopa no me había hecho mucho provecho en las tripas que estaban por demás asustadas con la nueva visión del mundo que les acababa de brindar.

En fin, llegando a la casa, no pude menos que agradecer al cielo tener un plato de comida con identidad servida en el plato que me había servido yo mismo, que mi madre andaba trabajando por aquellas horas.

No volví a ir al lugar que, incluso hoy se me escapa de la memoria su nombre, del puro miedo de recordar toda la escena y los sabores. Pero que caray, aquella fue la primera vez que hice algo con MI dinero... y como deseé estar haraganeando en aquel momento.